20 junio 2009

Capítulo 3: Las dos amigas

De súbito, cuando Aka ya se relajaba y se preparaba para dormir, aparecieron dos chicas jóvenes, de menos de veinte años y de baja estatura, cogidas de la mano, que paseaban en silencio. Sus suaves vestidos blancos, iluminados por la luz de la luna y movidos por el viento que susurraba entre los árboles, no parecían otra cosa que fantasmas, y llevaban unas capas también blancas que les cubrían la cabeza y que contribuían a ese efecto, en el que Aka cayó completamente.
En un salto se había levantado y desenfundó el arma con celeridad. Arremetió con valentía contra lo que él suponía espectros, pero de pronto la voz de la joven más alta se escuchó en el bosque, apenas un suspiro que tomaba la forma de las palabras…
- ¿Por qué nos atacas? Tú no quieres hacernos daño... –
Aka se frenó en seco. ¿En qué había estado pensando? No podía ni pensar en lo horrible que hubiese sido poner un solo dedo encima de aquella muchacha. Retrocedió un par de pasos, balbuceando disculpas, mientras la muchacha sonreía.
- No te preocupes, no pasa nada. ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces en el bosque a estas horas?
La natural suspicacia de Aka le libró la mente de esa sensación turbia que le había invadido desde el momento en que la chica había hablado.
- Me llamo Aka y estoy aquí porque… me gusta pasear a la luz de la luna. La pregunta, en realidad, es ¿qué hacen dos chicas tan jóvenes paseando por el bosque a tan altas horas de la noche? Es peligroso.
Ambas chicas rieron con auténtica diversión.
- A nosotras nada puede hacernos daño. Tú mismo lo intentaste y fracasaste, ¿ya no lo recuerdas? Este bosque es un santuario para nosotras, y recorrerlo en una noche tan maravillosa como ésta es un placer que nos damos siempre que podemos.
Aka tuvo que estar de acuerdo con ellas, y una súbita sospecha se apoderó de él. Esa sensación en su cabeza… esas capuchas que cubrían su rostro de sombras…
- ¿Sois graceling, verdad? Mentalistas, probablemente, pero del tipo más peligroso. No sólo leéis la mente, también la controláis.
La sonrisa se esfumó del rostro de ambas muchachas. La más alta abrió la boca, pero Aka no la dejó ejercer su gracia.
- ¡Espera! No tengo intención de delataros, ni de haceros absolutamente nada. Yo también soy un graceling.
Aquello era evidente, ya que la luna brillaba intensa en su ojo plateado, mientras que el follaje del bosque se reflejaba en su ojo verde.
Tras unos momentos de duda, las muchachas se retiraron las capuchas, y Aka pudo ver el rostro de ambas. La más alta tenía unos ojos muy perturbadores, ya que mientras uno era de un color tan común como el marrón, el otro era de un violeta que parecía tener luz propia. Tenía el pelo castaño liso, largo hasta el cuello, y el flequillo tapaba en ocasiones el ojo violeta. Aka no dudó que, peinado de la manera correcta, podía ocultar su condición de graceling. La más baja tenía un ojo negro como la noche y en el otro brillaba un destello gris. Había pasado más desapercibida con la capucha puesta, ya que su compañera parecía llevar la voz cantante, pero sin ella llamaba poderosamente la atención, ya que su cabello era mucho más corto, puntiagudo en todas direcciones, y con mechas de color rubio sobre su castaño oscuro natural. También eso distraería la atención de cualquiera que fuera a mirarla a los ojos. Aka se maravilló de la astucia de ambas muchachas mientras la más baja tomaba la palabra.
- Puedes llamarme Fish, pero te diré desde ya que yo no soy de ese tipo de mentalista. No manipulo la mente. Soy telépata, puedo hablar a la mente de otra persona y escuchar lo que esa otra persona piense. Mi compañera se llama Neko y, como has adivinado, también es mentalista.
- Yo me llamo Aka. En estos momentos, mi gracia consiste en intercambiar de posición con el ser vivo de tamaño medio que quiera. Eso me permite también detectar todo ser vivo mayor que un pájaro en unos diez metros a la redonda, lo cual es muy útil en caso de emboscadas… y me sorprende mucho no haberos detectado antes.
- Somos capaces de esconder nuestra presencia de gracias ajenas. Neko se encarga de eso.
- Sí, – terció Neko con una sonrisa – mi gracia tiene un alcance más amplio que la tuya, y detecté tu mente, bloqueando tu percepción, antes de que tu nos vieras siquiera.
- ¿Cómo? – preguntó Aka sorprendido – creía que necesitabas hablar para influir en las mentes de tu alrededor. Todos los mentalistas de tu tipo tienen esa tara, ¿no es cierto?
Las muchachas se miraron, sonrientes.
- Hasta cierto punto, sí. Pero Fish y yo hemos descubierto que su capacidad de telepatía puede actuar como puente, de forma que yo empleo mi gracia y la lanzo, a través de su mente, y ella la dirige hacia el objetivo, de tal manera que no tengo que emplear palabra alguna si ella está cerca.
- Pero – intervino Fish – hay una cosa que me tiene intrigada. Dijiste, “en estos momentos mi gracia me permite intercambiar de posición”, ¿no? ¿Cómo que “en estos momentos”?
- Mi gracia – puntualizó Aka, que sentía una instintiva confianza hacia las jóvenes – es copiar la gracia de otros. Así, tengo una gracia copiada y, cuando veo una que me gusta más, simplemente… digamos que “desecho” la que ya poseía y “absorbo” la nueva. Si quisiera, en estos momentos ya tendría tu poder mental.
Neko alzó las manos en un gesto de defensa, sintiéndose francamente aterrada ante aquella perspectiva. Siempre había considerado el control mental como algo antinatural y muy desagradable, y no quería enfrentarse a su propia gracia. Fish estableció un rápido contacto mental con ella, mientras Aka contemplaba la escena, sorprendido.
- ¿Te encuentras bien?
- Sí, no te preocupes. Ya me encuentro mejor. Me asustó esa posibilidad, sin más.

Neko se dirigió a Aka en tono de confidencia.
- Mi padre también poseía mi poder mental. Antes de que yo lo desarrollara, lo vi a menudo emplearlo para obtener sus fines, acostarse con mujeres, conseguir dinero y todo tipo de asuntos turbios. A mí me pegaba a menudo, pero nunca intentó emplear el control mental conmigo. Era un mal hombre, y yo le odiaba. En cuanto tuve conciencia de mi gracia, controlé a un hombre más grande que mi padre y lo mandé hacia mi casa, con la misión de matarlo. Cuando mi padre lo vio tan decidido a acabar con su vida, cuchillo en mano, rió fuertemente y quiso controlarlo y hacer que se suicidara. Escuché sus órdenes claramente desde fuera de su casa.
Al llegar a este punto, Neko temblaba fuertemente y Fish le rodeaba los hombros en un gesto protector. Aka comenzó a sospechar que la relación de ambas jóvenes iba más allá del puro interés práctico por su combinación de poderes, más bien parecía una auténtica amistad, pero olvidó la idea tan pronto como Neko reanudó su relato.
- Mi padre le dio órdenes precisas para que se quitara la vida. Pero yo soy más fuerte de lo que era él. Mi control también era más fuerte que el suyo y mis órdenes prevalecieron. Cuando por fin comprendió que no podría controlar a aquel hombre, le entró terror e intentó huir, pero aquel tipo le lanzó el puñal a la espalda y lo tumbó en el suelo. Después recogió el cuchillo y le abrió la garganta. Desde entonces vago por estas tierras. Mi madre vive en una villa cercana, pero no es meridiana. Nació en Elestia, y no se quita aquel reino de la cabeza.
La historia de Neko fascinó a Aka, y los tres jóvenes estuvieron conversando hasta altas horas de la noche. Cuando ya empezaba a clarear y el alba punteaba, se tumbaron en la suave hierba del bosque y durmieron a pierna suelta hasta bien entrada la mañana.

1 comentario:

  1. me encantan nuestras descripciones...
    parecezco normal y todo.
    siento ser quisquillosa como siempre pero... te falta un "Con" Sus suaves vestidos blancos, iluminados por la luz de la luna y movidos por el viento que susurraba entre los árboles (...)

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La Familia

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Por este orden, J.R., Aka, Taku, Neko, Charly, Lía, Fish y Aixa.