26 noviembre 2009

Capítulo 21: La historia del guardián

"Mi historia comienza hace doscientos cincuenta años. En aquel entonces, los Cinco Reinos se encontraban al borde de la guerra. Los reyes se traicionaban unos a otros, pactaban alianzas y acuerdos que rompían según les convenía..."
- Como ahora... - rezongó Lía.
El viejo la miró con ojos como fuego y resopló:
- No os atreváis a volver a interrumpirme - amenazó -. ¿Alguno de vosotros ha oído hablar de Mikitia?
-Claro - respondió Charly -, el dios de la amistad. Es muy venerado en Meridia.
- Por una buena razón - contestó el viejo enarcando una ceja -. Mikitia era el rey de Meridia en aquella guerra. Y no sólo eso, era un graceling. Un graceling extremadamente poderoso, con la gracia de convertir a cualquier persona en un amigo íntimo. Así obtenía lo que quería, evitaba traiciones...
- Increíble - musitó Taku, sorpredido.
- No es lo más sorprendente - aseguró el anciano, con una mueca que podría pasar por sonrisa -. Seguro que también conocéis a Astaré, la por entonces reina regente de Oestia. Ahora es la diosa de la sabiduría. También graceling. Su don, por supuesto, era saberlo todo. Absolutamente todo.
- ¿Y los otros reyes? - indagó Aixa.
- Ëulekirie era el rey de Elestia. Ahora se le venera como el dios de la luz, y se le llama Kïl-en, que significa "aquél que espanta la noche". El don de Ëulekirie era aumentar o reducir la luz en un espacio. Era capaz de traer la noche a mediodía, y la luz del sol a medianoche. Eso le había servido en numerosas batallas para dar la ventaja estratégica definitiva a su ejército. Por cierto, la piedra Ëule recibe su nombre de este rey, en cuyo territorio se encontró por primera vez, en esta misma mina.
- Infinitas posibilidades tácticas... - murmuró Aka.
- Beleth era el monarca norgando. Actualmente su culto está prohibido y perseguido, ya que se le considera el dios de la destrucción. No es para menos, ya que ese era precisamente su don. Beleth podía destruir cualquier cosa no orgánica: catapultas, murallas, espadas, escudos...
- ¿Y Terramedia? - inquirió Fish.
- Ahí llegamos a la parte buena - sonrió el viejo -. Ulukaï, el rey de Terramedia, era, como los otros cuatro, un graceling. Es, quizás, el graceling más poderoso que haya existido nunca.
La tensión se podía cortar con un cuchillo en la caverna, mientras La Familia trataba de adivinar cuál sería el don del último rey. El anciano, disfrutando del ambiente que había creado su historia, recuperó su tono misterioso y prosiguió.
"Su poder era... adquirir cualquier poder que tuviera cerca. Era capaz de copiar las gracias de todos los graceling que estuvieran a su alrededor. A los veinte años tenía un repertorio superior a las cien gracias. Cuando ascendió al trono, a los veintisiete, había recorrido toda Terramedia y, además de haber adquirido los dones de todo el país, había visto de primera mano lo que puede sufrir un pueblo bajo el gobierno de un mal rey. Ulukaï fue un rey justo, que se mantuvo aparte de las intrigas de los otros reinos hasta que la Gran Guerra fue inevitable.
Cuando estalló, Meridia y Oestia habían firmado un acuerdo contra Elestia y Nordicia. La guerra los sangró, pero el don de Beleth dio la ventaja a la alianza elestino-norganda. Finalmente un contraataque arrasador de los oestenses devastó Nordicia. Gracias al don de Astaré, supieron el momento en el que Beleth había acudido a reforzar la defensa elestina y aprovecharon para arrasar su reino."
El viejo hizo una pausa y después habló sin aquel tono de narrar historias. Podríamos decir que rompió el hechizo.
- Lo que debéis entender es que aquellos reyes no eran gracelings cualquiera. Eran auténticas fuerzas de la naturaleza, capaces de cambiar por sí solos el curso de una inmensa batalla. Allí donde aparecía un monarca, la derrota que parecía segura se tornaba victoria, los débiles recuperaban las fuerzas, los temerosos se volvían valientes...
"Finalmente Nordicia quedó arrasada, como os decía, y Beleth perdió la vida en un combate frente a frente con el general de las fuerzas de Astaré, después de diezmar a toda su guardia de élite, en el intento de recuperar su territorio. Ëulekirie resistía en todos los frentes y aún obtenía victorias, pero parecía evidente que el final de la guerra se aproximaba, y que el poder de los dos reinos aplastaría a su rival. Y entonces...
Entonces los aliados se confiaron. Se creyeron invencibles. Pensaron que no había un motivo real para dar largos rodeos pudiendo penetrar y conquistar Terramedia. Así pues, Astaré y Mikitia reunieron sus fuerzas y trazaron un plan para avanzar imparables atravesando Terramedia y acabando con la resistencia elestina.
Bueno, os podéis imaginar que mordieron un hueso demasiado duro para sus dientes. De la columna de miles de hombres que penetró por el oeste de Terramedia, apenas un par de cientos llegaron a las puertas de Burgo de Ulukaï. Y ninguno sobrevivió a la batalla que hubo a la entrada de la ciudad, un intento suicida de culminar los planes de dos reyes que no creían en la derrota.
Cuando Astaré y Mikitia se enteraron de la noticia, su cólera fue terrible. Acudieron con todo el poder de su ejército y penetraron en Terramedia como una fuerza arrasadora. Sin embargo, cuando estaban a apenas un par de noches de Burgo de Ulukaï, una noche un asesino penetró en el campamento del ejército agresor, identificó las dos tiendas reales y asesinó a ambos reyes. Acto seguido, prendió fuego a ambas tiendas y ante la mirada atónita de los soldados que acudieron al resplandor de las llamas, sonrió y desapareció sin dejar rastro.
Al día siguiente el ejército de Terramedia salió al encuentro del descabezado cuerpo de invasión y lo destrozó. Los destacamentos de Terramedia llevaron mensaje a los Cinco Reinos de que el nuevo señor de todo el territorio era Ulukaï, el Rey de los Cinco Reinos. Ëulekirie capituló ante el despliegue de poder de Ulukaï y se convirtió en su mano derecha.
Muchos se preguntaron cómo fue posible que tal guerra se desatara. El motivo real fue la piedra Ëule, que Astaré descubrió gracias a su don y que movió a los reyes a obtenerla. También fue el motivo de la victoria de Ulukaï, que, enterado de la existencia de la piedra y aprovechando la confusión de la guerra, infiltró un grupo de expertos mineros en la mina y extrajo gran parte de las reservas de piedra Ëule para aumentar sus poderes.
La guerra devastó todo el territorio. No hubo rincón que no quedara desolado por el paso del conflicto. El hambre y la pobreza asolaban cada pueblo y cada ciudad. Sin embargo, bajo el mandato de Ulukaï las cosas se enderezaron, y tras cinco años de reconstrucción los Cinco Reinos volvieron a ser tan prósperos como antaño. Ulukaï extrajo prácticament toda la piedra Ëule de la mina elestina y la guardó. Muchos dicen que la destruyó para evitar una nueva guerra. Lo cierto es que el destino de la piedra se perdió en el tiempo, y en mucho tiempo nadie volvió a saber de ella.
Cuando Ulukaï se retiró de las tareas de gobierno, a muy avanzada edad, sus tres hijos y dos hijas se repartieron los Cinco Reinos. Los reyes de la actualidad son los lejanísimos y pobres descendientes de Ulukaï.
Sin embargo, Ulukaï no murió. Aún hoy día trabaja por la prosperidad de los Cinco Reinos... cuidando que nadie pueda acceder al motivo de la antigua guerra... y también al de ésta.
Encantado de conoceros. Mi nombre es Ulukaï."

16 noviembre 2009

Capítulo 20: El guardián

Los primeros días sirvieron para que La Familia descubriera que la mina era, en realidad, un amasijo de cavernas y túneles interconectados... un auténtico laberinto en el que el hierro brillaba en cada rincón ante las luces de los mineros, pero donde la piedra Ëule si brillaba era por su ausencia.
Llevaban dos semanas explorando las profundidades de la mina cuando llegó la noticia que más temían: el ejército emeridio finalmente había conseguido superar la muralla fronteriza y se había introducido en territorio elestino.
Lejos de desanimarse, La Familia se sintió espoleada. Destacaba la entrega de Fish, que parecía haberse tomado el hallazgo de la piedra como algo personal. No sorprendió a nadie, por tanto, que fuera ella quien alertó a los demás de que había encontrado algo inusual: una abertura que había quedado disimulada por un desprendimiento parcial, pero que, una vez limpiada, se revelaba como algo mucho más artificial que los túneles naturales que perforaban la montaña. Aquello era obra del hombre.
Cuando los jóvenes entraron en aquel agujero, tuvieron que recorrer unos cien metros hasta que notaron algo inesperado: una corriente de aire. En las profundidades del monte no debería haber aire, así que aquello se revelaba cada vez más como una obra de ingeniería antigua. Sin embargo, las sorpresas que aquel túnel les deparaba no habían hecho sino comenzar. Si su sorpresa había sido grande al percibir la suave corriente de aire, fue mucho mayor cuando, muy débil en la lejanía, vieron el titilar de una luz, como un fuego a punto de apagarse. Cuando se aproximaron, pegados los unos a los otros y temblando de emoción ante lo desconocido, descubrieron una antorcha encendida en un soporte de la pared. Era evidente que alguien la había alimentado hacía relativamente poco, así que los ocho aguzaron el oído y se pusieron en guardia. Apenas unos metros más allá, tras girar en un recodo, se toparon con una imagen aún más sorprendente.
Un hombre extraordinariamente viejo estaba tranquilamente sentado sobre el duro suelo de piedra, con las piernas cruzadas y en actitud meditativa. Sin embargo, cuando Aka hizo el gesto de adelantarse, el anciano abrió los ojos y los contempló, casi apreciativamente.
Cuando abrió la boca, su voz era al mismo tiempo el tronar de la montaña y el susurro de las rocas. Habló susurrando, pero su voz se escuchó con gran claridad en la acústica perfecta del túnel.
- No podéis pasar. Aquí está guardado un poder que no debe ser empleado de nuevo.
Aka venció el respeto que le inspiraba el anciano para responder:
- ¿Quién sois?
- Yo soy el que vive en la roca, el guardián de la piedra Ëule. Nadie puede coger la piedra.
-¿Por qué no? - interrogó Neko, impaciente.
El viejo la miró inquisitivamente y Neko retrocedió un paso, intimidada.
- La historia que os voy a contar se ha perdido en la memoria, porque así lo quiso el último poseedor de la piedra. Sus poderes eran legendarios, y fue el primer y último Rey de los Cinco Reinos. Abrid bien los oídos, y entenderéis porqué nadie, nunca, debe tener acceso a la terribe piedra Ëule. Mi historia comienza hace doscientos cincuenta años...

06 octubre 2009

Capítulo 19: Primeros movimientos

Un grito desde la lejana garita informó al centinela de que era casi medianoche, y que en diez minutos sería relevado. "Menos mal" pensó el joven. La larga guardia de seis horas había pasado factura, y prácticamente se dormía sobre la muralla que Thigpen había edificado a toda prisa para proteger sus fronteras con Meridia. "Hay que reconocer que han hecho un magnífico trabajo disponiendo de muy poco tiempo", reflexionó el centinela. La muralla era elevada, sólida, de piedra traída de las canteras del rey y de varios metros de grosor. La parte superior estaba almenada y poseía puertas de madera reforzadas en hierro para el acceso.
Se esforzó por permanecer alerta. En cualquier momento podía caer sobre ellos la primera oleada del ejército de Murgon, que finalmente se hubiese decidido a entablar combate. Agradeció la luna llena, que, sobre su manto de estrellas, se recortaba luminosa sobre el cielo oscuro y le permitiría ver cualquier movimiento en el horizonte.
De súbito, una nube cubrió la luna y el paisaje se oscureció ostensiblemente. El joven centinela se despabiló ligeramente y torció el gesto. En la oscuridad, le pareció percibir un ligero movimiento en un bosquecillo cercano. Se asomó ligeramente sobre la muralla para observar más cuidadosamente, atento a cualquier cosa sospechosa para dar la voz de alarma.
Fue lo último que hizo. Una flecha partió silenciosa desde los árboles y el ruido del cuerpo cayendo al pie de la muralla sólo fue escuchado por las piedras, que no podían dar la alarma, que no podían gritar que la primera víctima de la guerra había sido elestina.

El asalto fue rápido y concentrado. Una tropa reducida, apenas unos veinte hombres, escaló con garfios las murallas y, amparados en el silencio y la sorpresa, eliminó a los guardias de un sector de la frontera.
Con el terreno despejado, una nutrida partida de soldados meridios se dirigió a la muralla que había quedado indefensa, donde encontraron las puertas abiertas y la frontera vacía.
Avanzaron sin encontrar oposición durante unos diez minutos, penetrando territorio elestino varios kilómetros hacia el interior, sintiéndose cada vez más eufóricos y confiados por el éxito de la operación. Cuando hubieron alcanzado suficiente distancia con respecto a la muralla, hicieron un alto y enviaron una paloma mensajera para informar del éxito de la incursión. Apenas el ave hubo partido la compañía se vio súbitamente rodeada por un número muy superior de soldados elestinos, alertados del ataque por la falta de respuesta a la hora del cambio de guardia.
Resultó que los mandos de Elestia habían decidido, con muy buen criterio, permitir a los meridios avanzar para comprobar que no recibieran refuerzos y tenderles una emboscada. El mensaje enviado resultó un regalo inesperado, ya que nada podía ser más conveniente que tener vigilada una zona que el enemigo creía desprotegida. La incursión de esa noche costó a los meridios toda la escuadra de asalto, cuyos veinte miembros murieron sorprendidos por los refuerzos elestinos, así como toda la compañía que penetró en Elestia, que fue capturada al completo, conformando el primer grupo de prisioneros de la Guerra de los Cuatro Reinos.

Sin embargo, no fue ése el único intento de penetrar en Elestia realizado en aquella noche. Aunque finalmente todas las incursiones fueron rechazadas, no todos los grupos fueron acorralados con la misma facilidad, y la superioridad numérica de los meridios en algunos casos causó tantas bajas a los elestinos como los hombres que habían perdido los meridios.
Las piezas estaban sobre el tablero. Y los grandes estrategas comenzaban a moverlas.

Mientras tanto, La Familia había enfocado su esfuerzo hacia otros ámbitos. J.R., tras conocer las verdaderas intenciones detrás de la guerra no perdió tiempo y, además de informar con urgencia mediante un mensaje cifrado a los restantes miembros del grupo, consiguió infiltrarse en los archivos de Burgo de Murgon y encontró el documento al que se había referido Zoir. En él aparecía una descripción de la piedra Ëule, acompañada de un dibujo, de modo que La Familia se dirigió a la mina con la intención de obtener algunos fragmentos de piedra Ëule y hacerse una idea de su potencial. Allí les llegaron las noticias del inicio de la guerra.
- Esto va a ser una carrera - comentó Taku -. Veremos quién es más veloz, si ellos penetrando las defensas elestinas o nosotros encontrando piedra Ëule. Si vencen en la muralla, prácticamente sólo podremos frenarlos en Burgo de Thigpen. Pero si conseguimos armarnos con la piedra... nosotros ocho seremos capaces de frenar a todo su ejército, si realmente multiplica nuestros poderes...
- Sin duda - respondió Aka -, así que debemos apresurarnos. Amigos... ¡a excavar!

05 octubre 2009

Capítulo 18: Estamos en guerra

Unos meses habían pasado, y la amenaza de la guerra se había hecho más y más patente con el transcurrir de los días. Se respiraba en el ambiente. Los señores feudales habían aumentado los impuestos, los soldados se ejercitaban a diario y el buen humor había desaparecido paulatinamente de todos los habitantes elestinos, que veían que la guerra se les echaba encima.
Finalmente, ocurrió. Una noche de otoño, cuando el viento se hiela y las sombras parecen llegar más lejos, una solitaria antorcha titilaba a lo lejos señalando un edificio de madera entre los demás. Allí se dirigió Aixa, al galope, con grandes voces:
- ¡Ha comenzado! ¡Ha comenzado!
Sus voces atrajeron a la desierta callejuela la atención de muchos vecinos, además de la de los seis restantes miembros de La Familia, que se había asentado en Burgo de Thigpen, en uno de los suburbios cercanos a la catedral, y que esperaban ansiosos las nuevas noticias. Sus voces armaron una confusa amalgama de sonidos mientras ella entraba en la vieja casa de madera:
- ¿Qué pasó?
- Cuéntanos, Aixa.
-¿Por qué gritas?
- ¡Callaos! - la voz de Aka se elevó, terminante, sobre los demás - Por favor, Aixa, dinos qué noticias traes.
Aixa respiró profundamente mientras contaba mentalmente hasta diez para tranquilizarse y ordenar sus ideas, y comenzó a hablar.
- Murgon se ha movido por fin. Ha enviado un mensajero quejándose de una vieja ofensa totalmente olvidada y sus tropas han comenzado a organizarse para penetrar las fronteras elestias. ¡La guerra llama a nuestras puertas!
- Pues habrá que salir a ver quién es... ¿no os parece? - contestó Aka con un guiño - Aparte de esto... ¿ha tomado Randa alguna decisión?
- No, todavía no ha dicho nada públicamente. Pero los indicios parecen apuntar a que finalmente se aliará con Oestia y Meridia. Querrá parte de los beneficios que reportará la mina, sin duda...
-¿Y qué vamos a hacer?
- Eso no cambia nada - dijo con seguridad Neko -. Decidimos prestar nuestro apoyo a Elestia ya que, pese a que Thigpen no se merece nuestra ayuda, nuestros compatriotas no van a sufrir por nuestra inacción.
- Además - sonrió Taku - es justo que Randa se ponga de parte de Meridia... si nosotros tenemos a lady Katsa y su consejo de la nuestra.
-¿Y cómo estás tan seguro de que lady Katsa nos ayudará? - interrogó Lía.
- Katsa es una buena persona. No se quedará cruzada de brazos mientras la gente muere por la avaricia de los reyes. Además, yo diría que la oferta de ayuda que le hice en su día no cayó en saco roto... Mi opinión es que las fuerzas están equilibradas. Ellos son más numerosos pero nosotros contamos con todas las características para una buena guerra de guerrillas que los desgaste.

A muchos kilómetros de allí, en la sala del trono, Murgon desalojaba a todos los presentes para atender a un misterioso individuo, ataviado con una capa andrajosa que a duras penas le tapaba el cuerpo, pero que despedía la intangible sensación del hombre acostumbrado al poder, a mandar y ser obedecido.
Nada más quedarse solos, el rey agachó la cabeza y saludó con humildad al recién llegado, que hizo un gesto displicente con la mano, dando a entender que quería saltarse todo protocolo. Murgon tomó entonces la palabra:
- Maestro Zoir... es un placer veros de nuevo por aquí.
- ¿Cómo avanzan los preparativos para la guerra, Murgon? ¿Va todo como te encomendé?
- Sí, maestro. Mis tropas están ultimando los detalles para penetrar por fin en territorio elestino. Pronto la mina, y la Piedra Ëule, estarán en nuestras manos.
- Bien. No quiero retrasos. ¿Ese inútil de Birn te ha enviado los hombres que prometió?
- Sí, maestro. No se atrevería a contrariar nuestro pacto. Al fin y al cabo, tiene mucho hierro que ganar...
Las risas de los dos hombres se multiplicaron con el eco de la vacía cámara. En ese momento el hombre que Murgon había llamado maestro Zoir se retiró la capucha y, como siempre, el rey meridio tuvo que reprimir un escalofrío. Su piel era extremadamente pálida, como si llevase años sin ver la luz del sol (como probablemente sucedía), su pelo alternaba zonas de calvicie absoluta con lugares donde crecían dispersas matas de débiles cabellos de un negro desvaído y sus ojos... sus ojos concentraban todo lo inquietante de su persona en su mirada. Uno rojo y otro negro revelaban su condición de graceling... una de esas personas de las que se piensa que no debería haber sido tocado por la gracia.
- ¿Te estremeces, Murgon? Sé que mi aspecto físico te causa repulsión, pero no te quejaste cuando aparecí hace unos meses anunciando que en tus propios archivos se hallaba un documento que te permitiría dominar los cinco reinos. Sin mí, no conocerías la existencia de la piedra Ëule.
- Una piedra capaz de multiplicar el poder de un graceling... con ellas mis soldados tocados por la gracia serán invencibles, y me apoderaré de todo el continente. ¡Nada podrá pararme!
- Sin embargo, aunque los archivos sugerían que las últimas reservas de piedra Ëule se encontraban en la zona noreste del continente, existe la posibilidad de que realmente esté agotado. Quizás la nueva mina no contenga nada de piedra Ëule.
- En todo caso, incluso sólo por el hierro, ya me convendría tener el control de la mina. Pero tanto vos como yo sabemos que la posibilidad de que no quede nada de piedra Ëule en Elestia es escasa. ¡Esa mina contiene la piedra, sin duda!
- Y cuando ostentes el poder absoluto, recuerda nuestro pacto.
- Por supuesto. Todos los graceling de este territorio serán aniquilados. No quedará ni uno excepto vos, maestro.
Murgon y Zoir salieron de la sala del trono, y el eco de sus pasos se perdió en la vacía sala.
Por un momento, todo estuvo en calma. Y, entonces...
J.R. apareció, con el rostro completamente pálido de la impresión por lo que acababa de escuchar.

16 septiembre 2009

Capítulo 17: Preparados para la guerra

- Tranquilos, chicos. Aquí nos puede ayudar mi amigo Laen.
- ¿Quién?
- Yo - intervino uno de los presos a los que acababan de liberar y cuyos ojos, a la luz titilante de las antorchas de la puerta principal, mostraban un reflejo marrón y uno negro.
Laen se acercó decidido a las cadenas que sujetaban en lo alto el puente y comenzó a examinarlas.
- Laen - explicó Charly - estaba encerrado porque se negó a entrar al servicio de Murgon. Ante su puerta había tres hombres día y noche, porque no hubiese sido difícil que se fugara.
- Pero...
El sonido metálico proviniente de las cadenas interrumpió la conversación. Laen, con una sonrisa en los labios se acercó a las cadenas del otro lado, y entonces La Familia pudo ver que estaba partida, y que los extremos por donde se había partido se retorcían sobre sí mismos de una forma extraña.
- Laen - sonrió Charly - puede hacer que aumente la temperatura de cualquier objeto con sólo tocarlo. El rey quería que trabajara en las cocinas... Qué desperdicio, cuando su habilidad permite hacer cosas tan útiles como ésta.
Con esas palabras la seguna cadena se fundió allí donde la presionaba Laen, y el puente cayó con un sonoro crujido y un monumental estrépito al golpear con todo su peso sobre la otra orilla del foso. El estruendo fue tal que todo el pueblo se sobresaltó. La Familia y los fugitivos cruzaron presurosos sobre las tablas de madera y encontraron que el ruido imprevisto debía haber asustado a los miembros de la primera patrulla, ya que ninguno estaba a la vista.
Los presos se desperdigaron mientras La Familia se acercaba a la carrera a la posada donde descansaban sus caballos. Allí montaron y la luna, entre nubes, vio galopar aquellas monturas tan rápido y tan lejos de Murgon que creyó, confundida, que eran estrellas fugaces.

Clareaba el alba cuando los caballos, completamente exhaustos, cruzaron la entrada del pueblo elestino. Inmediatamente toda La Familia se entregó a un sueño profundo que duró muchas horas.
Cuando Charly despertó y bajó al primero piso un fuego chisporroteaba alegremente en el hogar. La Familia estaba reunida, esperándole, y charlaban distendidamente. Se respiraba un ambiente de felicidad tras lo ocurrido la noche anterior, y Charly se sumó a la conversación, sintiéndose mucho más dichoso de lo que apenas veinticuatro horas antes podía siquiera imaginar.
Hablaba Taku, y lo hacía con buen sentido:
- Dos cosas quedan claras después de este episodio. La primera es que la guerra ha entrado en nuestra familia sin ser invitada, ya que el objetivo de Murgon era controlar la posibilidad de que nos uniésemos a Thigpen en el conflicto. La segunda es que debemos depurar al máximo nuestra habilidad con las armas, ya que, después de esto, confío en que estéis conmigo en que vamos a entrar en la guerra a favor de Elestia.
Un silencio recibió esta declaración. La Familia dudaba antes de tomar tan terrible decisión.
- Sin embargo - aclaró Taku - en esta ocasión nuestra decisión no será común. No podemos obligar a nadie a que pelee. Cada uno deberá decidir por sí mismo si combate o no.
- ¡Yo pelearé! - rugió Charly - Me van a pagar haberme tenido a pan y agua durante tantos días.
- Yo también - intervino Aka -. Charly es mi amigo y lo que han hecho no tiene perdón.
Poco a poco, dubitativos y temerosos de las consecuencias, los restantes miembros de La Familia se comprometieron a poner su fuerza al servicio de Elestia en la próxima guerra.
- Pues ahora que hemos tomado nuestra decisión - dijo Taku - vamos a adoptar medidas para fortalecerla. Voy a enviar a buscar a tres de los más grandes maestros en distintas armas para que cada uno se adiestre en lo que considere más apropiado para él.
- ¿Cómo?
- Tres maestros acudirán. Uno enseñará a quien siga su disciplina a emplear la espada, otro instruirá en dagas y armas cortas, un tercero bastones y armas largas. Con esto pretendo que todos nosotros tengamos las máximas posibilidades de sobrevivir a una batalla.
- Pero el dinero...
- Tanto los maestros como nuestras nuevas armas y protecciones se comprarán del fondo común de emergencia. Para eso está, ¿no?

Tres semanas más tarde Taku despidió a los maestros con una sonrisa. El intensivo entrenamiento había resultado bastante caro, pero sin duda valía la pena. Charly y Aka eran ahora unos espadachines excelentes, de primer nivel. Lía, J.R., Neko y Fish aprendieron todo lo relativo al uso de dagas y cuchillos, y Aixa y Taku se especializaron en el uso de bastones.
Además, el nuevo equipamiento era impresionante: las nuevas espadas estaban fabricadas con toda la destreza de un graceling herrero, así como las relucientes dagas, todas ellas de bella factura. Aixa portaba un bastón ligero con un refuerzo en cada punta, para un golpeo más contundente. Por su parte, Taku escogió un bastón con una cuchilla en cada extremo, que se reveló como un arma de un potencial ofensivo extraordinario.
Y no había que olvidar las protecciones. Una vez vestidos, todos ellos formaban una estampa impresionante, con ligeras cotas de malla o de cuero, muñequeras, rodilleras, botas altas... en los lugares más oportunos, como los codos y rodillas, aparecían aquí y allá pinchos y bordes afilados. En resumen, unas adquisiciones excelentes, como comentó Aka, eufórico.
- Pero esto no es todo lo que quiero hacer - dijo Taku.
- ¿Qué más tienes pensado?
- Nuestro nombre es demasiado conocido. Tenemos que desaparecer, al menos hasta que empiece la guerra.
- ¿Y cómo vamos a hacer eso?
- Vamos a cambiar de residencia. Los mensajes y pedidos seguirán llegando aquí, y cada día J.R. los recogerá.
- ¿Por qué yo? - interrogó el aludido.
- No queremos que sigan al que recoja los pedidos, así que tu gracia resultará muy útil en ese sentido.
- Ah, perfecto.
- Además - añadió Taku -, nuestros nombres aún no son muy conocidos, pero no deben trascender, o estamos perdidos. A partir de hoy, si os parece bien, vamos a ser una carta del palo de picas. Por ejemplo, Aka será el as de picas, Charly el dos de picas, y así sucesivamente. Nadie sabrá nuestros nombres, ni siquiera si hablamos entre nosotros.
Esta propuesta fue bien recibida, pero pronto se formó una divertida disputa, ya que mucha gente quería los mismos números. Aka y Charly, finalmente, fueron el as y el dos. Fish se quedó el tres de picas, Aixa el cuatro, Taku el siete, Lía el nueve, Neko la reina y J.R. escogió el rey de picas.
- Por último, vamos a imponer un santo y seña. La idea fue de Aka, pero después de lo de Charly me parece oportuna. Uno preguntará: ¿Siete? Y el otro contestará: Arriba. ¿Entendido?
- Sí.
- Está claro.

31 agosto 2009

Capítulo 16: El rescate

La cabalgata hasta Burgo de Murgon transcurrió en un silencio incómodo. Excepto Aka, ninguno de los demás miembros de La Familia aprobaba la acción de Taku de la noche anterior, pero comprendían su actitud.
Una vez en la capital meridia alquilaron tres habitaciones triples en la posada en la que pernoctaron anteriormente Lía, J.R. y Charly, y se reunieron en la más espaciosa para planear con detalle la incursión en el castillo.
- Mira - comenzó J.R.-, cuando entramos para espiar la reunión no tuvimos muchos problemas, porque sólo debía entrar yo. Pero para entrar los siete tendremos que superar un foso y una muralla, o bien dos patrullas diferentes sin que nos vean ni den la alarma.
- Una vez dentro -continuó Fish- la sala está a unos diez minutos si vamos con cuidado, o cinco a paso normal, prácticamente al final del nivel inferior del castillo. Si confiamos en las indicaciones de Bin, allí deberíamos encontrar el acceso a las mazmorras. En el caso de que consigamos descender allí casi todo el trabajo estará hecho. Aunque haya varios hombres abajo, dudo mucho que los echen a faltar lo bastante pronto como para que sea un estorbo a nuestros planes.
- Bien -intervino Lía-, así que estamos asumiendo que nos infiltraremos hasta llegar a las mazmorras, y que allí nos liaremos a golpes con todo lo que nos encontremos.
- Básicamente - respondió Taku -. Sin embargo, podría haber mejores opciones que simplemente irrumpir allí y empezar a repartir mandobles. ¿Tú que opinas, Aka? Eres el más inteligente del grupo, así que confío en tí. ¿Cuál crees que es la mejor manera de llegar hasta mi hermano?
- Sin duda, en el nivel superior nos podremos introducir sin problemas. La primera patrulla es el punto clave. Dejadme que planee todo con detalle y al atardecer emprenderemos el rescate.

El sol teñía de naranja las nubes bajas que adornaban el fondo azul del cielo cuando La Familia se dirigió al puente levadizo que daba acceso al castillo. Apenas pusieron un pie en ella, tres hombres uniformados como soldados de Meridia les cortaron el paso.
- ¡Alto! ¿Quiénes sois y qué quereis?
- ¿Estás intentando ligar conmigo? - dijo Aixa, guiñándole un ojo al guardia que había hablado. La sonrisa de éste indicó al grupo que habían comenzado bien.
- Realmente, ¿no os aburrís estando todo el día de guardia? - dijo Taku con una expresión sorprendida - Yo me caería redondo si tuviese que estar tanto tiempo parado y de pie.
- Es un buen trabajo - contestó el guardia, cuyo rostro no perdía la sonrisa -, me permite alimentar a mi familia y no es tan laborioso como otros.
- Me encantan los hombres de uniforme - murmuró muy claramente Lía, de forma que los tres guardias la oyeran.
- ¿Ah, sí?
Mientras la conversación se animaba, Aixa y Lía se apoyaron en una de las columnas que enmarcaban el borde del puente levadizo, y Taku y Aka se quedaron de pie junto a ellas, de forma que los tres guardias quedaron de espaldas a Fish y Neko, que aprovecharon la ocasión para colarse. Un comentario especialmente atrevido de uno de los guardias hacia Aixa motivó que todo el grupo riera con ganas, pero cuando Taku, sonriente, alzó la vista para comprobar que Neko y Fish llegaban al otro lado del puente quedó sorprendido al advertir una expresión molesta en el rostro de Fish. Taku tomó nota mental de preguntarle sobre aquello más tarde.
- Bueno chicos, nosotros nos marchamos ya - dijo entonces Aka.
- ¿Tan pronto? - protestaron los guardias.
- Hay que hacer más cosas que sólo divertirse... ¡hasta la vista!
Taku miró, inmóvil, cómo sus compañeros se alejaban unos metros y, de pronto...
La burbuja azul surgió de su cuerpo, envolviendo a los desprevenidos guardias. Aka, Lía y Aixa giraron sobre sus talones y, a la carrera, se unieron a Taku que ya corría hacia la puerta del castillo. Allí encontraron a Neko y a Fish.
- ¿Qué tal ha ido?
- No ha habido problemas. ¿Y por aquí?
- Todo según el plan.
Efectivamente, los miembros de la segunda patrulla parecían estar muy empeñados en pescar en el foso... sin caña.
- Bueno - dijo Taku con una sonrisa -, vamos para adentro.
De la nada apareció J.R., sobresaltando a todos.
- Casi me coges con la burbuja, Taku - dijo con un tono sorprendido.
- Bueno, mientras haya sido "casi"... supongo que los tres guardias de la primera patrulla se habrán quedado muy sorprendidos.
- Bah, seguro que se han pensado que tu gracia era la invisibilidad o algo así.
- En fin, entremos de una vez.
J.R. guió a La Familia por los corredores del castillo. La luz del atardecer iba desapareciendo por los ventanales del pasillo principal. En un par de ocasiones Neko y Fish combinaron sus poderes para hacer que algún soldado que patrullaba cerca desviase su camino, y un centinela oculto estuvo a punto de darles una sorpresa, antes de que advirtieran, con alivio, que se había quedado dormido en su escondite.
- Por eso me ha costado tanto percibirlo - se quejaba en un susurro Neko.
- ¡Ya casi estamos! - exclamó entre dientes J.R. - ¡Éste es el sitio del que habló Bin!
En efecto, se podía ver la puerta que les conduciría hasta las mazmorras. Sin embargo, los guardias que presuntamente debían estar allí no se veían por ningún lado, ni Neko podía detectarlos.
Pese a que aquello no le gustó ni un pelo ni a Aka ni a Taku, decidieron que no habían llegado tan lejos para abandonar por un peligro que no sabían ni si existiría, de modo que se dirigieron sin demora hacia el nivel inferior.
Tampoco allí encontraron la patrulla que debía proteger la salida de las mazmorras, pero no muy lejos escucharon un sonido que les sorprendió: entrechocar de espadas.
-¿Una fuga?- preguntó, incrédulo, Aka - ¿Justo ahora?
Conforme se acercaron comprobaron que varias celdas estaban abiertas y sus ocupantes no estaban allí. Una de ellas era la que, según Bin, había mantenido preso a Charly.
- Si mi hermano ha visto una opción de escapar, no la habrá desaprovechado - opinó Taku -, incluso si para ello debía provocar una revuelta entre los presos.
- Vayamos a comprobarlo, pues - repuso Lía.

Cuando llegaron al final del larguísimo pasillo (había, como mínimo, cien celdas) encontraron una especie de sala de guardia, amplia pero mal iluminada con la luz mortecina de un par de antorchas, donde cuatro presos se debatían contra unos quince guardias. Había cuerpos muertos tendidos por el suelo, y la situación de los presos era prácticamente desesperada. Charly se alzaba al frente de los presos, rechazando a tres soldados ayudado por su gracia, aunque iba perdiendo terreno poco a poco.
-¡Charly!
El grito de Taku resonó por toda la sala. Los presos contemplaron, incrédulos, cómo siete personas se incorporaban a la lucha, entre ellas un chaval que esquivó a tres guardias y los derribó uno tras otro, una chica que abrió la boca y, sin más, un guardia apuñaló a otro y después se suicidó, un chico que aparecía y desaparecía... pronto los cuerpos sin vida de los soldados se amontonaron en el suelo.
- Pero... pero... ¿cómo...?
- Las explicaciones más tarde. Salgamos de aquí.
La hora del sigilo había pasado. La Familia al completo salió de las mazmorras acompañada de los tres presos fugados. En su camino se cruzaron apenas un par de soldados, que caían inconscientes antes de saber siquiera qué había pasado.
A la carrera llegaron a la puerta principal, donde la patrulla seguía con su infructuosa pesca y...
- ¡NO!
- ¡No puede ser!
- ¿Cómo no pensamos en esto?
El puente levadizo se hallaba subido, y no había manera de salir al exterior. La Familia estaba atrapada.

03 agosto 2009

Capítulo 15: El espía

Todos comenzaron a hablar a la vez. El asombro era la emoción predominante, y J.R. tuvo que imponer su voz para poder preguntar:
- ¿Quién es? Y quiero una respuesta detallada.
Bin respondió sin titubeos:
- Su nombre es Noah - ante esta sorprendente declaración el silencio se impuso de nuevo -. Es un graceling al servicio de Murgon, cuya gracia es adoptar el aspecto físico de cualquiera. En estos momentos se encuentra en esta sala, fingiendo ser el graceling Charly.
-¿Qué? - los sobresaltos parecían interminables, y varias voces se alzaron tras la revelación... hasta que una de ellas se sobrepuso al resto.
- Cállate, siéntate, no te muevas en absoluto ni digas nada hasta que yo te lo diga.
Neko había empleado su gracia para inmovilizar efectivamente al espía, que en el tumulto había iniciado un movimiento de aproximación a la puerta de salida. Cuando el revuelo se tranquilizó Aka, a instancias de Taku, preguntó a su hermano:
- ¿Dónde está Charly? Quiero su localización exacta y detalles del entorno para una operación de rescate.
- Se encuentra cautivo en una de las mazmorras más profundas del castillo del rey Murgon. Una guardia permanente de cinco hombres se encuentra distribuida por el piso de las mazmorras, a dos niveles bajo tierra. La entrada a los pisos subterráneos está en una sala contigua al salón del trono, disimulada bajo una alfombra. Un número que varía entre dos y seis guardias se ocupan de la protección y vigilancia de la entrada, repartidos entre los pasillos y la propia sala. Su celda es la tercera a la derecha en el pasillo principal.
- Bien - dijo Taku -, con esos datos tenemos más que de sobra para ir a rescatar a mi hermano.
- Lo que yo quisiera saber - abundó Neko - es cómo es posible que, con su gracia, lo hayan atrapado.
Cuando Bin abrió la boca, Neko comprendió que su pregunta en voz alta había sido interpretada como una cuestión para él, pero no protestó, ya que realmente quería saber cómo había sido posible.
- Fue el mismo día del pedido del rey Thigpen. Pusieron un somnífero en el queso que iba a tomar. Su gracia le mostró a sí mismo comiendo queso, lo cual le pareció lo más obvio y evidente, y no la tomó en cuenta. Aprovecharon el lapso que el somnífero le dejó inconsciente para llevárselo y que el cambiante le sustituyera.
- Asombroso... - opinó J.R.
- Entonces... - dijo Neko - cuando fui a Nordicia a cumplir el encargo del rey... mi acompañante era...
- Noah - confirmó Taku -. Sin embargo no le interesaba ponerse al descubierto todavía, ni mucho menos. Apenas llevaba unas horas infiltrado en el grupo, y nada más lejos de su intención que desperdiciar tan buena ocasión.
- Bien - intervino Lía -, entonces vamos a ir a por Charly. ¿Quiénes iremos? ¿Cuál será el plan?
- Iremos todos - aseguró Taku -. Es un asunto muy serio como para que alguno de nosotros se quede al margen.
- Completamente de acuerdo - coincidió Aixa -. Todos podríamos resultar necesarios en una misión de esa envergadura.
- Una vez allí Fish y J.R., que ya han estado en el castillo, nos enseñarán la composición interna de habitaciones, y Aka planeará la estrategia de entrada - decidió Taku -. Partimos mañana al amanecer. La pregunta ahora es... ¿qué hacemos con Noah?
- No podemos dejarlo aquí, ni tampoco llevarlo con nosotros - hizo notar Aka -. La solución más fácil y sencilla es matarlo.
- ¡No podemos matarlo! Nosotros no somos así - se escandalizó Aixa.
- Hemos matado en ocasiones en las que La Familia estuvo de acuerdo en que era necesario - puntualizó Lía.
- Aún así...
- Bien... Neko, ¿puedes mantenerlo con facilidad bajo el control mental?
- Sí, pero en algún momento tendré que dormir, y entonces el control se desvanecerá.
- Atarlo no será suficiente. Adoptará una forma más pequeña y se escabullirá sin problemas.
- Ordénale que vuelva a su forma real.
Había sido Taku quien había dicho aquello. Estaba muy serio.
- De acuerdo - asintió Neko -. Retoma tu forma real.
-
Pero eso no será suficiente para evitar... ¡Taku!
Toda La Familia se estremeció. Taku había sacado su daga y había cortado la garganta del pequeño hombre de mediana edad que resultó ser Noah.
- ¿Por qué has hecho eso?
- Han secuestrado a mi hermano. Y él ha impedido que yo fuera en su ayuda. Ahora lo ha pagado.
- ¡Esa no es forma de...!
- No tiene sentido que me discutáis, ya está hecho. Cualquiera que haga daño a mi familia o a mis amigos pagará las consecuencias. Id a dormir. Todos. Mañana al amanecer partimos.

01 agosto 2009

Capítulo 14: La respuesta

Cinco largas semanas fueron necesarias hasta que el hermano de Aka, Bin, reapareciera en la casa paterna. Charly se ofreció voluntario para ir a buscarlo, pero finalmente fueron Taku y el propio Aka quienes se acercaron al minúsculo pueblo de la periferia de Burgo de Thigpen donde se había instalado la familia de Aka varios años atrás.
Toda La Familia esperaba con expectación el regreso de sus compañeros con la posible respuesta. ¿Habría un traidor entre ellos? Apenas unos días más tarde aparecieron en el horizonte las dos monturas. Bin montaba en la grupa del caballo de Aka, abrazado a su espalda para evitar caerse por el vivo paso que éste hacía mantener al rocín.
Finalmente llegaron frente al viejo edificio de La Familia y desmontaron. Todos se arremolinaron a su alrededor para contemplar a Bin, que resultó ser un muchacho que no aparentaba más de quince años (aunque más tarde descubrieron que contaba diecisiete), no muy alto, delgado y de aspecto desgarbado. Tenía un curioso aire despistado y una cara que permanentemente mostraba sueño. Sus ojos refulgían como gemas, uno de ellos de un resplandeciente marrón ambarino, el otro verde esmeralda, igual al de su hermano.
Taku y Aka hicieron pasar a todo el grupo al interior del edificio y cerraron las puertas.
- No hemos hecho la pregunta todavía - aclaró Aka para comenzar -, ya que la gracia de mi hermano funciona de un modo especial.
- ¿Cuál es su gracia? - preguntó Charly.
- Mi gracia - intervino Bin, sin abandonar su aire somnoliento - es el conocimiento.
- ¿El conocimiento? - inquirió Lía, desconcertada - ¿Y eso qué quiere decir?
- Quiere decir - aclaró Taku - que ahora mismo no sabe cuántos habitantes tiene este poblado, pero si se lo preguntamos, lo sabrá. No sabe a qué distancia está Burgo de Randa de Burgo de Thigpen, o de cuántos soldados se compone la guardia personal de Murgon, pero es capaz de saberlo simplemente con que alguien se lo pregunte. Contestará a nuestras preguntas como si siempre hubiese sabido la respuesta.
Hubo un murmullo general de sorpresa ante tan extraordinaria habilidad.
- Sin embargo - puntualizó Aka -, cada uno de nosotros puede formularle una única pregunta. Después de preguntar habrá que esperar 100 días antes de poder hacerlo de nuevo.
- Así pues - exclamó Taku -, empiezo yo. ¿Hay algún espía entre nosotros?
La tensión se volvió repentinamente palpable. En el silencio de la habitación, el zumbido de algún insecto resonó con claridad, pero ninguno de los presentes se percató siquiera, porque los ojos de Bin se habían quedado en blanco, otorgándole un aspecto todavía más inquietante de lo habitual, y no se enfocaron cuando abrió la boca para contestar en un tono mucho más grave de su timbre habitual:
- Sí.

10 julio 2009

Capítulo 13: La duda

Aka y Lía habían permanecido expectantes en el pequeño pueblo elestino, esperando con ansia el regreso de sus compañeros. ¡Cuántas veces lamentó Aka no haberse elegido a sí mismo para ejecutar alguna de las tres misiones! Lía, por su parte, confiaba en sus compañeros, pero no podía evitar sentir una gran urgencia por conocer el resultado de las misiones. Ambos sabían que la del norte y la del sur eran misiones con relativa seguridad de éxito. En cambio, Aixa y Taku se enfrentaban a algo más complicado, y estaba por ver que fuesen capaces de convencer a Randa.

Lía, con la aguda vista que su gracia le prestaba para apuntar, divisó con muchos minutos de antelación las monturas de los primeros en regresar. Cuando se aproximaron unos kilómetros más apreció que se trataba de la pareja enviada al norte: Neko y Charly. Bajó con calma desde la ventana más alta del edificio de La Familia y se lo comunicó a Aka, que esperaba nervioso en el piso inferior, a la espera de clientes.
Cuando entraron Charly y Neko, el éxito de su misión se veía en sus rostros, aunque algo empañado por el cansancio del largo viaje. Tras refrescarse y almohazar a sus monturas, se sentaron tranquilamente a comunicarles a los que se habían quedado los acontecimientos de su periplo en tierras norteñas.
Todo aquello que había acontecido fue puesto en conocimiento de Aka y Lía, tanto que la firma del documento había sucedido sin problemas como que contaban con un aliado en el propio ejército norteño, el general Jarn, si por alguna circunstancia llegara a ser preciso emplearlo.

Aquella misma tarde regresaron J.R., que ahora guardaba un secreto que le ponía muy nervioso, y Fish, que nada sospechaba de los recelos de su compañero y cabalgaba con la sensación del trabajo bien hecho.
-¡Bienvenidos! - les recibió Aka, sonriente - ¿que tal el viaje? ¿tuvisteis suerte en Meridia?
-¿Lo dudabas? - contestó Fish con una sonrisa burlona - Fue tan fácil como quitarle un dulce a un niño.
- No esperaba menos - aceptó Aka, satisfecho -. Pero no enviasteis el correo cifrado que os pedí, y comenzaba a temer que os hubiese pasado algo.
- Resolvimos el asunto tan rápido que hubiésemos llegado prácticamente a la vez que el correo, así que lo descartamos.
- ¿Tuviste algún problema durante la misión, J.R.?
- ¿Eh? - J.R., distraído, comprendió que le estaban hablando a él y respondió casi sin pensar - No, no tuve problemas, pero me dio mucho en qué pensar.
- ¿De qué hablas? - preguntó Fish, perpleja
- Cosas mías - respondió evasivamente J.R.

Tuvieron que pasar cuatro largos días antes de que Taku y Aixa llegaran con la noticia de su fracaso. Además, la oferta de ayuda que Taku había hecho al Consejo de Katsa no fue del agrado de Aka, quien opinó que debería haberlo consultado antes con el grupo. La discusión empeoró debido al fracaso de la misión, pero concluyó de golpe cuando J.R. se levantó y anunció:
-Tengo algo que deciros.
Toda La Familia quedó callada mirando al joven graceling.
- Durante la noche de la reunión, Murgon habló de nosotros. Dijo, en concreto, que no le preocupábamos y que sabría que medidas tomar contra nosotros.
- Pero... ¡será presuntuoso! - estalló Neko.
- Espera, porque no habéis oído lo más importante. Murgon aseguró que entre nosotros...
J.R. calló, estrangulado por la duda y la carga.
- Dinos lo que nos quieres decir, J.R. - le animó Taku.
- Murgon dijo que tiene un espía infiltrado en La Familia - todo el grupo abrió la boca, sorprendido - y que mediante él sabe qué decisiones tomamos y responde en consecuencia.
- ¡Eso es imposible! - era Lía quien primero había hablado - No me lo creo.
- Yo tampoco puedo creérmelo - contestó J.R. -, por eso os lo he dicho. Quiero que, entre todos, saquemos algo en limpio de lo que oí.
- Quizás oíste mal - sugirió Neko.
- No, no tengo dudas acerca de lo que escuché, Neko - respondió J.R.
Varias voces se alzaron y la discusión subió de tono, hasta que Taku, que aún no había hablado, se incorporó desde la esquina donde estaba apoyado y dio un paso hacia el centro del círculo del grupo. Poco a poco, las voces callaron y Taku habló.
- Yo - empezó vacilante - confío en todos vosotros. Sinceramente no creo que ninguno de nosotros sea un espía, sino que más bien se trata de un ardid de Murgon para confundirnos y ponernos unos en contra de otros. Sin embargo, eso implicaría que Murgon conocía la presencia de J.R. en todo momento, con lo cual quizás los acuerdos se gestaron en otra hora y en otro lugar y lo de aquella noche fue pura representación.
- O sea, que seguimos donde al principio, no sabemos nada - concluyó Lía.
- ¿Alguna propuesta para solucionarlo? - interrogó Charly.
Taku miró muy serio a Aka y soltó la frase que sabía que nada iba a agradar a su amigo:
- Tu hermano...
Aka se puso tenso inmediatamente ante la simple mención de su hermano, al que desde siempre habían llamado As, aunque su nombre realmente fuese Bin.
- Mi hermano no pinta nada aquí - contestó Aka, con el ceño fruncido.
- Su gracia nos puede ayudar en este caso concreto, y lo sabes.
Aka luchaba contra el sentimiento de desagrado que la situación le provocaba, pero era demasiado inteligente como para no comprender la verdad que encerraban las palabras de su amigo Taku.
- De acuerdo. Le diré a nuestra madre que queremos hablar con él. Pero ya sabes cómo es... cuando quiera que nos encontremos, aparecerá. Es inútil buscarlo.
- Se hará lo que se pueda.

09 julio 2009

Capítulo 12: ¿Dos triunfos?

Neko y Charly salieron con una amplia sonrisa de una de las salas privadas del rey Drowden. Con la intercesión de Jarn, hablar con el rey había resultado muy sencillo, y su condición de monarca soberano no lo hacía, en absoluto, inmune a la gracia de la joven graceling. Por tanto, emprendieron viaje hacia el edificio de La Familia con los ánimos por todo lo alto y con un documento firmado por Drowden en el que se establecía una alianza formal entre Nordicia y Elestia en el caso de un conflicto armado entre reinos. La misión había sido todo un éxito.

Por su parte, J.R. y Fish no lo iban a tener tan fácil. Infiltrarse en el castillo de un rey que además les había expulsado de su presencia apenas un día antes y con el único amparo de la noche no iba a resultar sencillo. Sin embargo, compusieron un plan que calcularon serviría para aprovechar al máximo los veinte minutos que J.R. era capaz de mantener su invisibilidad, tras los cuales quedaría durante todo un minuto privado de su gracia.
Para ello, emplearon la mañana del día de la reunión en adquirir en el mercado una capa negra que serviría a J.R. para fundirse con las sombras sin emplear su gracia, y la tarde en volver a entrar en el castillo, con la excusa de solicitar el perdón real por su atrevimiento anterior, y visualizar posibles puntos donde J.R. pudiese abandonar su invisibilidad.
Finalmente, cada paso del proceso que llevaría al joven graceling hasta la habitación donde se llevaría a cabo la reunión, la sala de armas, quedó completamente decidido. J.R. aprovechó el momento en que Fish distraía al guardia con una ligera charla para colarse a su espalda, justo antes del atardecer, momento en el que se suspendían las recepciones y se cerraban las puertas del castillo hasta la mañana siguiente. Los puntos donde debía detenerse estaban claros y eran seguros, de modo que no se enfrentó a grandes problemas. De refugio a refugio J.R. alcanzó las zonas más profundas del castillo y finalmente penetró en la sala de armas cuando del campanario el repique le indicó que eran las once y media. Aguardó media hora siendo visible, esperando hasta el mismísimo momento en que se abriera la puerta para emplear su gracia.
Aprovechó el tiempo para encontrar en la habitación un lugar donde esconderse cuando acabara su período de invisibilidad, y su zozobra fue grande cuando comprobó que se trataba de una sala pequeña y sin mobiliario más allá de una mesa cuadrada de recia madera y dos sillas del mismo material, amén de las paredes recubiertas de todo tipo de armas: puñales, dagas, espadas, mazas y lanzas cubrían los cuatro costados del cuarto. Con esas condiciones, sólo le quedaba rezar para que la reunión durara menos de lo que su gracia le permitiría ser invisible, o que los reyes (o sus emisarios) se posicionaran dándole la espalda a algún rincón donde pudiera ejecutar el descanso sin ser descubierto.
No habían transcurrido aún más allá de veinte minutos cuando el pomo de la puerta giró y un hombre embozado entró en la habitación. J.R., oculto tras la puerta sin emplear aún su gracia, observó desde las sombras a aquel hombre, hasta que descubrió que se trataba del mismísimo rey Murgon. El graceling no empleó su gracia hasta que el monarca fue a cerrar la puerta. J.R. hubiese jurado que el rey había captado algo, pero tras mantener la vista unos segundos en el punto donde se encontraba el espía pareció creer que habían sido paranoias suyas y meneó la cabeza antes de dirigirse a la mesa y tomar asiento.
Ni Fish ni J.R. creían que Birn, el rey de Oestia, se desplazara a Burgo de Murgon para mantener una entrevista a tan altas horas de la noche, y su presentimiento fue acertado. Unos minutos después entraba en la estancia otro caballero que, tras presentarse como Harun, dijo acudir en representación de su rey Birn de Oestia. Murgon asintió con la cabeza y comenzó la discusión.
Los dos hombres hablaban en voz baja y en ningún momento encendieron ninguna luz, así que el resplandor de la luna que entraba por un pequeño ventanuco alumbró aquella reunión donde se forjó el destino de los cinco reinos.

Los minutos pasaban, los hombres no alcanzaban un acuerdo definitivo y J.R. se iba poniendo cada vez más nervioso. Si no conseguía descansar, todo se echaría a perder. Sería prendido y, probablemente, asesinado. Apenas restaban un par de minutos. Y aquellos dos que no se ponían de acuerdo. Unos segundos. Y la discusión no terminaba.
Finalmente no lo pudo soportar más. La incapacidad de mantener su poder se manifestaba como un auténtico dolor físico que le recorría todo el cuerpo, y tuvo que elegir entre arriesgarse a ser descubierto descansando o ser, con toda seguridad, descubierto cuando su garganta emitiera un ahogado grito de dolor. Se desplazó a una esquina, pero los dos hombres se habían puesto frente a frente, y la luna lo iluminaba todo lo suficiente como para que no pasara desapercibido. Su situación era desesperada. Y, de pronto...
Una idea cruzó su mente. Obedeciendo una orden imperativa de su mente, sus dedos temblorosos se acercaron a la puerta, giraron el pomo y la abrieron poco a poco hasta que la puerta tapó una de las esquinas de la habitación. Los conferenciantes miraron, atónitos, como su reunión era descubierta. ¿O quizás no? Se asomaron y salieron al corredor a inspeccionar. Observaron las puertas cerradas a izquierda y derecha, y escucharon atentamente para apreciar un posible sonido de pisadas apresuradas alejándose. Sólo encontraron el silencio de la noche, y el grito lejano del cambio de guardia.
Volvieron a la habitación, donde J.R. hubo de reducir el tiempo de descanso a unos cincuenta segundos, pero era suficiente. Podría resistir más de diez minutos, y aquella interrupción convenció a los conspiradores de la necesidad de atajar aquella discusión.
- Entonces - decía el rey -, ¿estamos de acuerdo?
- De acuerdo - corroboró el otro hombre -. Oestia apoyará a Meridia en su campaña hacia el este a cambio del 60% de los prisioneros y el 40% de los beneficios que se extraigan de la mina en los próximos quince años.
-Perfecto entonces.
-Señor, ¿no sentís temor de los posibles movimientos de Thigpen?
-Para nada. Ha intentado amedrentarme acudiendo a un grupo de gracelings conocido como La Familia que cuenta con un cierto renombre en Elestia para que se movilicen y le obtengan aliados. Dos de ellos intentaron, incluso, sonsacarme la hora y el lugar de esta reunión, pero no les di tiempo a emplear sus gracias. Además, nada temo de ellos, ya que he infiltrado un espía en sus filas, y todo lo que averigüen llegará a mis oídos y podré tomar medidas al respecto.
En su rincón, J.R. palideció.
-Vuestra sabiduría es extrema, Alteza.
-Lo sé. Y ahora, retirémonos.

Una media hora después, cuando se reunió con Fish para comunicarle que había tenido éxito, J.R. fue incapaz de pensar en la posibilidad de un espía en sus filas. No era posible.

¿O sí?

30 junio 2009

Capítulo 11: Aixa y Taku

Los soldados, que no querían perderse la exhibición habitual de su señora, se colocaron en un amplio círculo, entre burlas y guasas. Estaban convencidos de que lady Katsa les iba a deparar un agradable espectáculo a costa del desvergonzado graceling que les había engañado un rato antes.

Aixa miraba preocupada desde fuera del círculo cómo Katsa y Taku tomaban posiciones, uno a cada lado del círculo. Taku se deshizo de su daga, y Katsa arrojó al suelo tanto su espada como un cuchillo que sacó de su bota.

Katsa se giró hacia uno de los soldados, que empuñaba una ballesta, y le espetó:

- Si trata de recoger su arma, mátalo.

- Como desee, mi señora.

La noble graceling se descalzó, y cuando Taku mostro su sorpresa, aclaró que en alguna ocasión, combatiendo de práctica, había asestado punterazos en la frente de sus rivales que habían derivado en heridas más serias de las pretendidas en un principio, tras lo cual Taku se mostró conforme.

Ambos se aproximaron, probándose. Un par de fintas de Katsa fueron evadidas con facilidad por Taku, que sin embargo comprobó la increíble velocidad y fuerza de la graceling, lo que le motivó a tomárselo aún más en serio.

- ¿Asustado? - preguntó burlona lady Katsa, al verlo temblar ligeramente.

- Para nada – sonrió Taku -, excitado con el reto que su habilidad supone, más bien.

Entonces Katsa se abalanzó sobre Taku con una auténtica lluvia de puñetazos y patadas lanzados a una velocidad absolutamente cegadora. Resultaba muy complicado ver siquiera la mayoría de los golpes.

Taku, por su parte, ralentizó el tiempo ligeramente, y cuando comprobó que tenía dificultades incluso así para detener la avalancha de golpes, hizo que transcurriera aún más despacio. En esas condiciones fue capaz de esquivar con facilidad, y pronto pasó al contraataque.

Katsa observó asombrada cómo un rival que en un principio parecía dominado aumentaba paulatinamente su velocidad y sus reflejos, y acababa haciéndola retroceder. Se empleó a fondo y Taku pronto tuvo problemas de nuevo. No quería mostrar su gracia delante de los soldados que lo rodeaban, así que se movió ligeramente hacia el centro del círculo, fingiendo retroceder ante los golpes de Katsa, y finalmente la burbuja azulada envolvió el círculo completo de soldados. Su control sobre su gracia había aumentado gracias a los combates que manteían con regularidad los miembros de La Familia, hasta el punto de dejar a Aixa fuera de su burbuja. Se movió con celeridad entonces, arrebató una espada del cinto de uno de los soldados y se colocó detrás de Katsa, con la espada sujeta en su cuello. A continuación dejó transcurrir el tiempo de nuevo, y todo lo que los soldados y Katsa pudieron ver fue como Taku se desvanecía para reaparecer a la espalda de su rival, con una espada en el cuello de la combativa graceling.

- Confío que comprenda – susurró Taku al oído de Katsa – que podría haberla matado de haberlo querido.

Katsa tragó saliva. Podría inmovilizar a aquel presumido en un momento. Le dejaría insensible el brazo y le arrebataría el arma. Sería cosa de un instante. Pero comprendió de pronto que el chico con un ojo azul y otro gris podría, efectivamente, haberla matado.

- Me rindo. - dijo Katsa en voz alta.

Los soldados quedaron enormemente sorprendidos, y Taku se separó de la joven con una sonrisa.

-Espero poder repetir este combate. Fue realmente un ejercicio estupendo.

- ¿Cómo lo hizo? - preguntó intrigada lady Katsa.

- Mi gracia – respondió Taku, misteriosamente – no es la lucha.

- ¿Cuál, entonces?

- No responderé a eso, alteza. Un hombre debe guardar sus secretos.

Katsa tuvo que ceder a regañadientes, pese a su curiosidad.

- ¿Nos acompañará, pues, a ver a su tío Randa, alteza? - preguntó Aixa desde fuera del círculo de soldados.

- No – respondió Katsa –. He de cumplir una misión del rey en la frontera oeste de Terramedia, y no compartimos camino. Acudiré al feudo de lord Ellis. Pese a todo – añadió mirando a Taku con ira – confío en tener una revancha en condiciones, en la que no le quepa duda que no me derrotará.

- Puede estar segura, alteza


Aixa y Taku alcanzaban poco después Burgo de Randa, donde consiguieron una rápida audiencia con el rey.

Sin embargo, se cumplieron las previsiones más pesimistas de Taku. Randa aseguró tener en cuenta la oferta de Thigpen, pero confirmó haber recibido una oferta similar por parte de Murgon y Birn, y resolvió que esperaría hasta ver si Nordicia se unía a Elestia, y después decidiría en consecuencia.

Después de perder un par de días en buscar otros caminos hacia la alianza, y sin más opciones que retirarse, emprendieron el camino que les llevaría de vuelta al edificio de La Familia, con las noticias de su fracaso.

A la salida de Burgo de Randa se toparon con lady Katsa, un noble de la corte de Randa que resultó llamarse Giddeon, y Oll, el jefe de espías del rey.

- Disculpe, alteza. ¿Podría intercambiar unas palabras con usted? - se interesó Taku.

Katsa le miró con altivez desde su montura, pero finalmente bajó y se acercó al graceling que la había derrotado.

Taku habló en un tono de voz muy bajo, de forma que sólo Katsa podía escuchar lo que decía, ya que el contenido de la conversación no debía ser captado por oídos ajenos.

- He tenido noticias de su Consejo. - Katsa se sobresaltó ante esta afirmación, pero Taku continuó hablando – Sé que su objetivo es actuar a espaldas de los reyes para hacer de los cinco reinos un lugar mejor, y proteger a la gente de la crueldad de los cinco monarcas, que son mucho más despóticos de lo que debería ser ningún dirigente. Mi compañera Aixa y yo pertenecemos a una organización conocida como La Familia, compuesta por ocho gracelings, y nos sentimos muy identificados con sus propósitos. Por tanto, si en alguna ocasión necesita de nuestra ayuda, comuníquenoslo y estaremos encantado de hacer cuanto esté en nuestra mano, o en nuestra gracia.

Tras haber dicho esto, Taku regresó a su montura y él y Aixa se marcharon al galope hacia el edificio de La Familia, dejando a Katsa cavilando sobre lo que acababa de escuchar.



25 junio 2009

Capítulo 10: Las tres misiones

Fish y J.R. tuvieron un viaje tranquilo hasta Burgo de Murgon, la capital de Meridia. Tras solicitar una audiencia se les respondió que el rey estaba muy ocupado, y que podría atenderles en un par de semanas. Dado que tal lapso de tiempo con total seguridad sería un retraso fatal, tuvieron que emplear métodos poco ortodoxos, que incluían cantidades de dinero bajo manga, para llegar a la primera posición de la lista de personas que querían entrevistarse con el rey.
La audiencia se celebró a puerta cerrada, como acostumbraba a hacer Murgon. Apenas un par de guardias y un chambelán se encontraban presentes, lo cual facilitó mucho el trabajo de los dos jóvenes.
- Alteza - empezó J.R. -, nosotros tan sólo queremos hacerle una sencilla pregunta.
- Adelante, muchacho. - respondió Murgon, interpretando su papel de monarca clemente y comprensivo.
- Qusiéramos saber dónde y cuándo se va a celebrar la entrevista que mantendrá con el rey Birn de Oestia, o con su representante.
- No sé de qué me estás hablando, jovencito - respondió el rey, con fingida calma -, pero no me ha agradado tu tono insolente. La entrevista acaba aquí. ¡Guardias! Acompañen a estos dos jóvenes a la salida.
- No será necesario, mi señor - intervino Fish, con sumisión -. Nos marchamos.
Apenas cruzaron la puerta Fish miró sonriente a J.R.
- ¿Lo tienes?
- Sí - confirmó Fish -, se van a reunir mañana a medianoche en el cuarto de armas del castillo de Murgon.
- De acuerdo - dijo J.R.- , eso nos da todo un día de margen para preparar la incursión de mañana.

Mientras tanto, Neko y Charly alcanzaban el Burgo de Drowden, y solicitaban una entrevista con el rey. Dado que la respuesta fue similar a la que habían obtenido J.R. y Fish, su línea de acción consistió en solicitar una entrevista con el jefe del ejército nordeño. Esa misma tarde tuvieron ocasión de hablar con él en privado. Se trataba de un hombre enorme, más grande y corpulento que Charly, que siempre iba ataviado con la cota de malla y jamás se quitaba la espada del cinto. Se rumoreaba en la corte que incluso en la cama dormía con su arma, y que ése era el motivo por el que no había contraído matrimonio. Sin embargo, resultó ser un hombre afable, aunque firme en su modo de hablar.
- Decidme, jóvenes - comenzó amistosamente Jarn, el general nordeño-. Creo que tenéis una propuesta para mí. Si queréis enrolaros, tú, chico, estás admitido sin más discusión. Sea cual sea tu gracia, tu constitución física bastaría para entrar en el ejército. Sin embargo tú, muchacha, deberás demostrarme tus aptitudes de combate, si es que tu gracia te es útil en ese sentido.
- General, nuestra propuesta no tiene nada que ver con enrolarnos - comentó Charly con una sonrisa -, sino con algo mucho más provechoso para el reino de Nordicia. Traemos una propuesta de alianza militar con Elestia, con la promesa de sustanciosas recompensas en caso de precisar la ayuda de Drowden en la batalla.
Jarn quedó atónito, pero inmediatamente su rostro se ensombreció.
- He escuchado los rumores. Sé que Murgon planea declararle la guerra. Aliarse con Nordicia le daría respaldo a Thigpen, pero... no sé si eso resultará conveniente a los intereses de mi rey.
- Por tanto - intervino Neko empleando su gracia -,lo mejor que podemos hacer es ir a ver a Drowden y comentarle en persona la propuesta de nuestro rey.
Jarn pareció algo confuso, pero sacudió la cabeza y dijo:
- Sí, sin duda es lo más oportuno. Vamos, lo arreglaré para que lo veamos inmediatamente.

Taku y Aixa no habían tenido un viaje tan tranquilo como sus compañeros. Poco antes de cruzar la frontera habían sido asaltados por unos ladrones, que despertaron al cabo de unas horas con fuertes dolores de cabeza y un chichón del tamaño de un huevo de gallina.
A la media hora escasa de entrar en las fronteras de Terramedia fueron interceptados en un claro del bosque por una patrulla de Randa, que les exigió identificación y motivo del viaje. Dado que las respuestas no les satisficieron los soldados se plantearon prenderlos, de modo que Aixa y Taku tuvieron que emplear toda su labia para evitar una pelea que no deseaban contra los soldados de un rey al que iban a pedir ayuda. Sin embargo, una voz surgió de improviso de los árboles colindantes.
- ¿Y vosotros, quiénes sois?
Se trataba de una muchacha de menos de veinte años, de complexión delgada, y con un iris azul y el otro verde, a quien parecían temer no sólo los soldados, sino hasta su propio caballo.
- Mira - susurró Taku a Aixa -, es Lady Katsa, la sobrina de Randa. Su fama se extiende por los cinco reinos. Nadie ha sido capaz de vencerla, y el rey la emplea para castigar a aquellos que lo desafían o desobedecen. Sin embargo, cumple esas órdenes contra su voluntad, y tiene una organización...
- ¡Basta de murmullos! ¡Os he preguntado que quiénes sois!
La voz de la muchacha no admitía demora en la respuesta.
- Lady Katsa - ante la mención de su nombre Katsa abrió ligeramente los ojos, pero no llegó a sorprenderla que su reputación hubiese llegado a Elestia-, mi compañera se llama Aixa y mi nombre es Taku.
- ¿Qué hacéis en tierras de mi rey?
- Venimos en nombre del rey Thigpen a negociar una alianza con Randa - dijo Taku.
Un considerable revuelo se formó en el claro. La versión que habían dado a los soldados era muy diferente, relativa a un tratado comercial con la cooperativa agrícola de Burgo de Randa, la propia Lady Katsa quedó atónita, y Aixa comenzó a protestarle a Taku que hubiese revelado la naturaleza de su misión.
El graceling esperó a que las voces cesaran y tomó de nuevo la palabra.
- Una cosa es ocultar la naturaleza diplomática de nuestra misión a una patrulla fronteriza, y otra muy distinta hacerlo con una noble, y la sobrina del rey por añadidura. Por tanto, mi señora, sería todo un placer para nosotros que nos acompañárais en nuestro camino.
- No tengo porqué - dijo con altivez Katsa -, ya que no creo que mi presencia sea necesaria en vuestro viaje.
- Quizás - sugirió Taku - a su alteza le pueda apetecer mantener algún que otro combate de práctica conmigo.
Katsa se quedó nuevamente sorprendida. No ocurría a menudo que otra persona se aviniese a cruzar golpes con ella, ni siquiera otros gracelings.
- Acepto... siempre y cuando me demuestre inmediatamente que no caerá nada mas empezar.
- Probemos, pues.

23 junio 2009

Capítulo 9: La decisión

La reunión en torno al fuego estaba muy animada. Mientras las aves que había cazado Lía se asaban lentamente Aixa expuso a todo el grupo la misión que les encomendaba Thigpen, e inmediatamente salieron a escena las primeras reacciones:
-¡No podemos aceptar ese pedido!¡La guerra, estamos hablando de la guerra! Yo no tomaré parte en algo así - expuso Taku, exaltado.
- Piensa - le espetó Lía - que si aceptamos, la situación quedará equilibrada, o incluso a favor de Elestia. En esas circunstancias no creo que Murgon se atreva a iniciar ninguna hostilidad, sin tener la certeza de que puede ganar la guerra.
- Si aceptamos, nos movemos como quiere Thigpen, y la guerra estalla de todas formas, seremos responsables directos de todos los habitantes de Terramedia y Nordicia que mueran en el conflicto. - rechazó Taku - Y si no lo hacemos, cuando Murgon declare la guerra a Elestia con el apoyo de Oestia, Thigpen no tendrá más remedio que rendirse inmediatamente y darle lo que quiere a Meridia. Así se evitará la guerra.
- No digas tonterías. - repuso Neko - Cumplir el encargo de Thigpen sólo nos puede favorecer. Si gracias a nosotros Nordicia y Terramedia se alían a Elestia no habrá guerra. No seas tan inocente como para pensar que somos el único medio de diplomacia entre los reinos.
- No estoy de acuerdo. - intervino Aixa - Yo creo que si aceptamos, somos cómplices de las intenciones de Thigpen. Y éstas no son evitar la guerra, no os confundáis. Es que estalle, y ganarla. Estoy en contra de las guerras, y creo que el mejor medio para evitar ésta es rechazando la misión del rey.
- Pues yo creo que debemos hacerlo, - rebatió Aka - ya que beneficiaremos al reino, y además nos embolsaremos una buena cantidad. No creo que el rey sea tacaño cuando la seguridad nacional está en juego. Si jugamos bien nuestras cartas, podremos evitar la guerra y obtener excelentes resultados para La Familia: dinero, reputación...
- No me puedo creer que conozcáis tan mal a Randa de Terramedia como para pensar que aceptará la propuesta de Thigpen a la primera. - comentó Taku - No, lo que hará será hacer pública la oferta de Thigpen, y esperar a que Murgon haga una contraoferta. Sin embargo, probablemente Nordicia sí que acepte, si las condiciones son lo bastante ventajosas.
- No tiene sentido prolongar la discusión - atajó Aka - así que votemos. Los que estén a favor de aceptar la propuesta, que levanten la mano.
Cuatro manos se alzaron en el aire. Aka, Neko, Lía y Charly, que dijo que Aka tenía razón en sus argumentos, aceptaban el encargo.
- De acuerdo, ahora los que rechazan la misión.
En esta ocasión fueron tres las manos alzadas, las de Taku, Aixa y J.R. , que opinó que Aixa había expresado con claridad las desventajas de aceptar la oferta y lo había convencido.
Fish, por su parte, declaró que ambas opciones le parecían igual de malas, y que los argumentos de unos y de otros se anulaban entre sí, así que se abstenía de votar.
Así fue como, cuando el emisario real se presentó unas horas más tarde en el viejo edificio de La Familia, encontró a los ocho miembros esperándole.
- Comunica a tu rey que aceptamos su encargo, pero no va a salirle barato - apuntó Aka, que había asumido la voz cantante.
- Espero que esto baste como adelanto. - contestó el mensajero, vaciando en la mesa una bolsa repleta de monedas de oro - Es una tercera parte. Las otras dos partes se entregarán cuando presentéis en la corte los documentos que a continuación os entrego, firmados por Randa de Terramedia y Drowden de Nordicia, e informéis al rey de los acuerdos alcanzados entre Meridia y Oestia.
Los ojos de los ocho contemplaron las monedas brillantes, pero en ninguna cara se reflejó emoción alguna.
- Cumpliremos nuestra misión, - aseguró Aka - pero informa a tu rey de que estamos en contra de la guerra, y que llegado el caso tomaremos las medidas que consideremos oportunas para evitar que se lleve a cabo.
- El mayor deseo del rey es evitar la guerra, - coincidió el emisario - así que vuestra disposición le agradará sobremanera.
- Hasta pronto, pues.
- Suerte en vuestra misión.
Con estas palabras el emisario se marchó, dejando a los ocho a solas.
- De acuerdo, - tomó la iniciativa Aka - las misiones están claras. Fish, tú y J.R. vais a viajar a la corte de Murgon, a Meridia. Allí descubriréis dónde y cuándo se celebrará la reunión. Quiero que mandéis a la base mensaje cifrado en cuanto tengáis la información. Después, que J.R. se infiltre en el consejo para poder enterarnos de las condiciones del pacto.
- Comprendido - afirmaron ambos, que se pusieron en marcha de inmediato.
- Taku, tú viajarás a Terramedia, para tratar de convencer a Randa de que se una a Elestia. Aixa, tú le acompañas.
- Está bien, - aceptó Taku a regañadientes - pero no va a servir de nada. Randa no va a aceptar.
- Neko, tú viajarás a Nordicia. Con tu gracia, la ayuda del rey está asegurada. Charly, tú viajarás con ella, para protegerla de posibles peligros en el camino.
- Sin problemas - confirmó Charly.
- Lía y yo trataremos de resolver los pedidos que nos lleguen mientras, pero esto tiene absoluta prioridad.
Los seis miembros de La Familia que iban a partir se dirigieron rápidamente a sus cuartos para recoger las escasas pertenencias que les acompañarían en el viaje, y antes de que anocheciera las tres parejas habían marchado hacia sus respectivos destinos, rumbo a cumplir la misión del rey.

Capítulo 8: El encargo del Rey

Lía volvía hacia el poblado con la caza del día. Había conseguido abatir varias aves con sus flechas, y la carne que sobrara pensaba regalarla al carnicero para que éste la repartiera entre la gente con menos recursos al acabar el día. Esa costumbre mejoraba las condiciones de vida en el pueblo y aumentaba la reputación de La Familia entre las gentes del lugar.
Cuando ya se aproximaba al sendero que llevaba al poblado, un ruido de pasos que se aproximaban la llevó a agazaparse entre las ramas y observar a quien fuera que llegaba. Si se trataba de otro miembro de La Familia, pensaba darle un buen susto (excepto si se trataba de Charly, a quien coger por sorpresa era virtualmente imposible). Sin embargo, quedó sorprendida al contemplar a un hombre mayor, de unos cincuenta años, ataviado con la túnica tradicional de los mensajeros reales.
No sabiendo bien cómo reaccionar, salió corriendo y atajó hasta llegar al viejo edificio donde La Familia tenía su residencia, ya que Aka, Taku y J.R. habían llegado muy tarde la noche anterior de una misión en Terramedia y se encontraban descansando aún pese a que el sol llevaba muchas horas luciendo en el cielo. Encontró a Aixa atendiendo a un campesino que quería que La Familia le sirviera de mensajera a un hermano en la otra punta de los cinco países, en Oestia, y que no estaba de acuerdo con el precio, y a Fish sentada tranquilamente a la sombra, en una cómoda mecedora.
Al verla llegar sudando y respirando agitada, Aixa se alarmó, aceptó el precio del campesino sin discutir y se acercó a atenderla.
- ¿Estás bien?
- Pareces alterada - comentó Fish desde su rincón.
- He visto a un hombre ataviado de emisario real... y creo que se dirige hacia aquí - casi jadeó Lía, que luchaba por recuperar el resuello.
Inmediatamente ambas muchachas se pusieron en tensión.
-¿Un enviado del rey?
- Mejor estar preparadas por si surgen complicaciones. Voy a buscar a Neko a su cuarto, y a despertar a Taku, Aka y J.R.
- De acuerdo, Fish. Aixa y yo nos quedaremos aquí a recibir al emisario.
- ¿Dónde está Charly?
- Dijo que iba a salir un momento a comprar un par de cosas para la comida. Algo de queso y pan, creo.
- Entonces volverá pronto. Perfecto. Si su gracia le muestra nuestra situación, estará aquí pronto. Me gustaría contar con él para saber lo que quiere el mensajero.
Apenas Fish desapareció escaleras arriba la sombra del emisario cubrió la puerta del edificio.
- Buenos días.
- Buenos días, señoritas. ¿Me esperaban? - una amplia sonrisa apareció en el curtido rostro del hombre - Mi rey estará satisfecho de su competencia. No puede uno dejarse sorprender en estos tiempos que corren.
- ¿Qué trae por aquí a un emisario del rey Thigpen? - preguntó Lía, con curiosidad.
La sonrisa se esfumó del rostro del emisario.
- Mi rey ha tenido noticia de que el monarca de Meridia planea declararle próximamente la guerra.
- ¿La guerra? - exclamaron atónitas Lía y Aixa.
- Además creemos que Meridia se mueve diplomáticamente para contar con Oestia como aliado en caso de guerra, lo cual sería desastroso para Elestia.
- Pero... ¿qué motivo...?
- Por tanto, - continuó el emisario sin hacer caso a la interrupción de Aixa - las instrucciones de mi rey son las siguientes: en primer lugar, descubrir dónde se realizará la reunión diplomática entre Meridia y Oestia, en segundo lugar descubrir qué acuerdos se alcanzan en esa reunión, y el alcance de dichos acuerdos, y en tercer lugar llevar mensaje a los reyes Drowden de Nordicia y Randa de Terramedia para solicitar su apoyo en caso de guerra. Si aceptan la misión les entregaré un documento con sello real en el que recibirán instrucciones precisas sobre cuánto y cómo pueden ofrecer a estos reyes para convencerlos de formar parte de nuestro bando.
Ambas muchachas quedaron en silencio durante unos instantes. Finalmente, Aixa tomó la palabra:
- Es una misión compleja, y debemos celebrar consejo para decidir si la aceptamos. La Familia se reunirá durante la comida y tomaremos nuestra decisión. Mientras tanto, le ruego que se quede en la posada del pueblo, y La Familia correrá con los gastos de su alojamiento hasta que hayamos decidido.
- Es razonable - dijo el enviado real - y acepto vuestras condiciones. Volveré dentro de unas horas para conocer la decisión de La Familia.
- Antes - intervino Lía - quisiera saber qué ha motivado a Murgon a declararle la guerra a Thigpen.
- La excusa será una incursión que realizó el ejército elestio en Meridia hace unos años, en la cual los soldados arrasaron varios poblados, tras lo cual se envió una disculpa oficial. Murgon lo considerará un insulto personal y tomará venganza.
- ¿Y el motivo real?
- Recientemente hemos descubierto en las montañas de la frontera con Nordicia un inmenso depósito de hierro que rellenaría las arcas del reino y nos permitiría forjar armas con las que equipar el más moderno ejercito de los cinco reinos. Ello nos otorgaría una posición hegemónica que, obviamente, Murgon no piensa consentir. Con la guerra, incluso si Nordicia y Terramedia nos apoyan, nuestras reservas disminuirán considerablemente al comprar su ayuda, lo que impedirá que alcancemos una posición dominante en los próximos años.
-De acuerdo. La Familia deliberará y te contestaremos en unas horas.
- Perfecto.

21 junio 2009

Capítulo 7: La Familia

Unas semanas más tarde todo el grupo había tenido tiempo para conocerse mejor. Se habían instalado en el reino de Elestia, en el pequeño pueblo donde se habían criado Aka, Taku y Charly, y a solo unos kilómetros del hogar de Neko, y vivían juntos en una vieja casa abandonada que habían restaurado en un par de días.
Pronto se formaron pequeños lazos de amistad entre ellos, sobre todo en algunos casos. Lía acostumbraba a buscar la compañía de Aka, quien le había salvado la vida. Fish y Aixa habían congeniado inmediatamente y se habían cogido cariño, y Neko iba con ellas siempre que no estaba en alguna misión. J.R., Neko y Taku acostumbraban a cumplir encargos juntos, y Charly solía juntarse tras la cena con su hermano Taku y con Aka para charlar tranquilamente. Entre todos se tejía la red de una auténtica amistad que debía hacerles la vida más sencilla.
También acostumbraban a tener pequeños combates de entrenamiento, y poco a poco fueron descubriendo las limitaciones de los poderes de los demás. Aixa necesitaba el contacto físico para poder curar, J.R. podía mantener su invisibilidad un máximo de veinte minutos, Neko tenía que hablar para ejercer su influencia en los demás, Taku podía mantener el tiempo ralentizado sin problemas pero la burbuja que detenía el tiempo completamente sólo podía conservarla quince segundos, y además en los siguientes quince estaba desprovisto de sus poderes... todos ellos eran sobrehumanos, sí, pero incluso sus formidables habilidades tenían un límite.
Lía tenía una puntería sobrenatural, pero en la oscuridad su visión era mucho peor, y Neko y J.R. demostraron que de noche era posible batirla lanzando cuchillos a una diana, y Charly era incapaz de controlar el tiempo que iba a prever, tanto podía ser algo que pasaría en unos días que apenas en unos segundos. Siempre sabía cuándo iba a pasar lo que había visto, pero nunca sabía con cuanta antelación le mostraría el futuro su gracia.
Cuando todos ellos estuvieron completamente acostumbrados a la vida en común comenzaron a formalizar el futuro de La Familia, como denominaron al grupo. Los ocho se desperdigaron por los poblados en derredor para ofrecer sus servicios en calidad de espías, guardaespaldas, cazarrecompensas y, en algunos casos en los que toda La Familia decidiera aceptar el pedido, asesinos.
Tras unos meses en activo, La Familia era una organización conocida ampliamente en Elestia, y su nombre comenzaba a hacerse eco a lo ancho de los cinco reinos, pese a que no se conocía la identidad de ninguno de sus miembros. Surgió entonces la cuestión que siempre surge en grupos de este estilo. Querían algo que los identificara como miembros, pero que sólo ellos supieran qué era. Finalmente optaron por elaborar un símbolo para el grupo y todos se lo tatuaron en la espalda, justo tras el hombro derecho.
El grupo estaba en marcha, pero su próxima misión lo cambiaría todo.

20 junio 2009

Capítulo 6: El grupo

Recuperadas las fuerzas en el burgo de Murgon, donde encontraron una posada de aspecto desaconsejable cuyo dueño resultó ser un tipo de lo más simpático y que además era muy barata, Charly, Lía y J.R. montaron grupas en dirección oeste. Antes Charly se acercó a la casa de postas para mandar mensaje a su madre de que había huído de los soldados y se encontraba bien.
Tras cabalgar unas horas, cuando el sol se acercaba a su punto más alto, vieron a lo lejos una nube de polvo que se acercaba. Se apartaron del camino y su sorpresa fue enorme al ver que se trataba de un numeroso componente de hombre con el uniforme de los soldados de Terramedia.
Cuando pasaron de largo, los tres jóvenes se acercaron para compartir opiniones.
-¡Nos están buscando! - afirmó Charly.
-No creo, será una patrulla protegiendo a un correo o preparando el camino para el paso de alguien importante – rechazó Lía.
-O quizás van a hacer una incursión en algún poblado cercano – apuntó J.R.
Se miraron con preocupación. Las incursiones entre reinos eran frecuentes, pero todos los reinos las consentían en cierta medida siempre que no fueran más allá de saquear un poblado. Las consecuencias solían ser desastrosas, con un gran número de aldeanos muertos y muchas jóvenes sufriendo destinos incluso peores.
-Deberíamos acercarnos al poblado que dejamos atrás hace un rato. Quizás podamos ayudar – opinó Lía.
-Si nos están buscando, eso sería entregarnos en bandeja - rebatió Charly.
-No podemos hacer como que no pasa nada – contestó Lía.
-Bueno, vayamos con prudencia al menos.
No habían cabalgado ni cinco minutos cuando Charly repentinamente gritó:
-¡Media vuelta! ¡Es una emboscada!
Instantáneamente J.R. se hizo invisible, y los tres giraron en redondo. No sirvió de nada porque una parte de los soldados salió de sus escondites tras ellos, y otra parte, montada a caballo, apareció delante, cogiéndolos enmedio.
-¿Cómo nos han cogido tan tontamente? - gritó Charly, presa de una intensa frustración.
-Porque sois increíblemente predecibles. Era obvio que nos seguiríais para intentar proteger el poblado de nuestro posible ataque.
Quien así había hablado era un hombre que parecía dirigir a los soldados. Cuando se adelantó los tres perseguidos comprobaron que se trataba de un graceling, ya que junto a un ojo gris aparecía uno de un ámbar intenso.
-¿Predecibles, dices? Está claro que eres un mentalista. Puedes leer la mente, así que supiste lo que pensaba Lía, y también que no cedería a mis protestas porque mi convicción era más débil.
- Muy agudo, chaval. Cierto, soy un mentalista. Y además dirijo a un montón de soldados que os van a llevar derechitos al burgo de Randa. Y tú, chaval, deberías dejar de intentar coger por sorpresa a un mentalista.
Dicho esto, lanzó una patada hacia el frente, donde no parecía haber nadie, y J.R. salió disparado hacia atrás, perdiendo su invisibilidad.
Lía sacó su arco y lo armó en menos de dos segundos, pero en ese tiempo ya tenía a varios arqueros apuntándole.
-Yo que tú no me movería... mis órdenes son llevaros a burgo de Randa vivos, y no me gustaría decirle al Rey que vuestra estupidez me obligó a matarlos.
-Qué lástima... pero ¡prefiero luchar y morir que vivir a sus órdenes! - la frase de Lía sonó en el aire como una sentencia de muerte.
La flecha salió de su arco y se clavó en el pecho del graceling, cuya sonrisa se congeló en su cara. Cinco arqueros soltaron sus flechas hacia Lía, que cerró fuerte los ojos esperando el impacto... que no llegó. Sorprendida, abrió los ojos y comprobó que ya no estaba encima de su caballo, y que las flechas habían impactado en uno de los soldados, que se encontraba ahora a lomos de su montura y que había recibido cuatro saetas en el cuerpo y cayó muerto en el acto.
-¿Pero qué...?
En medio de los soldados se encontraba ahora un joven de elevada estatura con el pelo corto y negro y un ojo verde y otro plateado. En su hombro izquierdo sobresalía el mástil de una flecha, y tenía una mueca de dolor. Lía parpadeó de nuevo y en el lugar del joven se encontraba ahora otro muchacho, más bajo y fornido que el anterior, con el pelo pajizo despeinado y con aire de despreocupación.
Los soldados se recuperaron de su sorpresa y atacaron al chaval, todos a la vez. El chico empezó entonces un baile zigzagueante entre hojas de acero, y por cada filo que esquivaba un enemigo caía al suelo y ya no volvía a levantarse. El movimiento del joven era hipnótico. De pronto, en torno al chico surgió una enorme burbuja de color azulado de unos veinte metros de diámetro y todo aquello que se encontraba dentro se detuvo. Todos los soldados habían quedado dentro y se inmovilizaron completamente. Sin embargo, el muchacho rubio se movió sin problemas, dirigiéndose rápidamente hacia cada uno de los enemigos y, con un rápido movimiento, fue abriéndoles la garganta. Pasados unos quince segundos, la burbuja se esfumó, y los soldados se desplomaron en el suelo mientras Taku guardaba el puñal en su vaina.
-¡Hermano!
La sonrisa de Charly lo decía todo. El chico rubio se acercó y se dieron un fuerte abrazo.
-Veo que has llegado en el momento justo. ¡Aka! ¿Tu también por aquí?... ¿Aka?
-Ya ves, me gusta estar donde la acción...
-Pero... estás herido... ¿qué ha pasado?
-Solo es un rasguño – musitó Aka, con el rostro crispado de dolor.
-Las explicaciones para más tarde, creo – intervino Taku – necesitamos llevar a Aka inmediatamente a algún médico.
-Por aquí cerca hay un santuario, en el que dicen que vive una persona capaz de curar cualquier herida – anunció J.R. - así que propongo que vayamos para allá sin demora.
El grupo guardó silencio un momento, un silencio que se rompió con la llegada de Neko y Fish, que se habían rezagado con los caballos y acababan de alcanzarlos.
Menos de un cuarto de hora después los caballos entraban al galope en el santuario, donde una solitaria figura estaba inmersa en la lectura de un pergamino.
Tras exponerle la situación, la curandera, que resultó ser una chica joven, de unos veinte años, que vestía una túnica con capucha, retiró la flecha del hombro de Aka y, mientras éste se retorcía de dolor sujetado por los brazos de sus compañeros, acercó sus manos a la zona herida. Casi inmediatamente Aka se calmó y la herida se cerró como si nunca hubiese existido.
Todo el grupo se quedó atónito, hasta que la curandera se retiró la capucha y pudieron ver que uno de sus ojos era rojo, y el otro violeta. Una graceling con el poder de curar.
Una vez quedó claro que Aka estaba fuera de todo peligro y que sólo necesitaba descansar un poco tumbado en una litera, el grupo se colocó a su alrededor y comenzaron las presentaciones, ya que la mayoría de ellos no se conocían entre sí.
Las explicaciones no tardaron en llegar.
-Aka y yo viajábamos con Neko y Fish hacia el este cuado vimos ese grupo de soldados tan numeroso. Como no nos fiábamos un pelo de sus intenciones los seguimos para ver qué se proponían.
-Y nuestra sorpresa fue considerable cuando llegamos y os encontramos rodeados.
-Finalmente te iban a coger, ¿eh, Charly?
-No te creas, aún me quedaban ases en la manga.
Taku miró a Lía y J.R. y les contó cómo había transcurrido la pelea.
-Cuando vimos que Lía disparaba, comprendimos que iban a caerle encima unas cuantas flechas.
-Entonces – intervino Aka desde su jergón– empleé mi gracia, que consiste en cambiar mi posición con la de quien yo quiera, me coloqué en su lugar, y después me cambié por uno de sus soldados. Pero no lo bastante rápido, por lo que parece. Después miré a Taku y decidí que le tocaba a él encargarse del combate. Así que intercambié nuestras posiciones.
-Mi gracia, como quizá habéis comprendido ya, es el control del tiempo. Primero lo ralenticé ligeramente para esquivar con comodidad las espadas de los soldados e ir matándolos. Después, cuando vi que eran muchos y podían terminar atacándoos a vosotros, paré el tiempo (esa burbuja que visteis) y fui de uno en uno acabando con ellos.
-Y ahora ha llegado el momento de agradecer como es debido la milagrosa recuperación de Aka. Realmente no sé como darte las gracias, curandera – dijo Charly.
-Mi nombre es Aixa. Y acerca de cómo agradecérmelo... si me lleváis con vosotros me consideraré sobradamente pagada, ya que me aburro terriblemente en este solitario lugar pero la distancia es excesiva con todos los poblados como para ir yo sola.
-Así será – aseguró Taku – considérate parte de nuestro equipo.
Todos ellos fueron conscientes de que se acababa de formar un grupo. Lo que no sabían era que se trataba de un grupo que estaba destinado a hacer algo grande, algo que afectaría de forma definitiva el mundo donde les había tocado vivir. Ocho jóvenes que, con sus habilidades, iban a vivir una historia increíble.

Capítulo 5: El gigantón

A algunos kilómetros de allí, en un bosque muy similar, un fugitivo trataba de alcanzar la frontera entre Terramedia y Meridia, corriendo a toda velocidad entre los árboles. Era un muchacho no mayor de veinte años, de casi dos metros de altura y más de noventa kilos de peso que sin embargo se movía con una agilidad impropia para alguien de su tamaño. Su piel era muy blanca, salpicada de pecas, y tenía un cabello negro y largo hasta media espalda, que en ese momento ondeaba tras él mientras trataba de escapar.
Un grupo nutrido de perseguidores trataba de darle alcance. Su elevado número, unos quince, no era fruto de la casualidad. Aquel fugitivo era un graceling que acababa de escapar de Su Majestad el Rey Randa de Terramedia. ¿El motivo? En Terramedia, al igual que en Meridia, los graceling no eran muy apreciados, y si no entraban al servicio del rey, la más mínima excusa servía a la hora de quitarlos de enmedio.
Charly, el fugitivo, había rechazado terminantemente entrar al servicio de un monarca al que consideraba cruel e innecesario, y se había declarado partidario de la república. Ello motivó que el rey mandara en varias ocasiones numerosos grupos de soldados a prenderlo, pero en cada una de estas ocasiones encontraron su casa vacía. Jamás, ni siquiera cuando envió agentes encubiertos, consiguió sorprenderlo.
Finalmente habían conseguido llegar mientras se marchaba, y lo persiguieron a galope tendido hasta que se internó en lo espeso del bosque para obligar a los jinetes a abandonar sus caballos. La táctica no solo dio resultado sino que obligó a un par de hombres a quedarse cuidando de los caballos.
La frontera de Meridia ya estaba cerca, pero sus perseguidores estaban cada vez más próximos y a Charly no le quedaba resuello. Finalmente, cuando su captura ya parecía inevitable, lo más sorprendente ocurrió. Una muchacha pálida de pelo castaño y rizado apareció montando un caballo al que seguían otros dos, aparentemente sin jinete.
- ¡Sube! - Gritó la joven mientras se acercaba rápidamente al lugar donde Charly contemplaba atónito la escena.
Charly se concentró y en el momento en el que uno de los caballos que iba a la zaga pasaba por su lado se aferró a su cuello y el propio ímpetu del animal le hizo montar. Mientras se alejaban, volvió la vista atrás para contemplar como el grupo de soldados se detenía, impotente.
La chica gritó de júbilo mientras galopaba a toda velocidad hacia los límites del bosque, allí donde Terramedia se convertía en Meridia.
De súbito, en la silla del caballo que quedaba libre, se materializó de la nada un joven de pelo rubio y rizado y la cara salpicada de pecas.
- Eso ha estado cerca – comentó satisfecho.
- Gracias por ayudarme – gritó Charly mientras los caballos se acercaban a la frontera. - pero... ¿quiénes sois?
- Yo me llamo Lía – repuso la joven – soy una graceling con la habilidad de la puntería.
- Yo soy J.R. - añadió el chico – y mi gracia es la invisibilidad.
Eso explicaba algunas cosas, pero no todas, pensó Charly.
- Pero... ¿de dónde habéis salido? ¿Cómo sabíais donde encontrarme?
Fue Lía la que contestó.
- J.R. estaba en el bosque cuando apareciste corriendo. Estaba buscando leña porque habíamos acampado cerca. Se hizo invisible al instante, y cuando aparecieron todos aquellos soldados y dejaron allí los caballos con apenas un par de hombres de guardia vino a por mí. Con dos flechas los guardias dejaron de ser un problema. Entonces robamos los caballos y nos dirigimos a la salida del bosque, donde deja de ser espeso, a esperar a que salierais. Al parecer llegamos justo en el momento oportuno – comentó sonriendo.
- ¿Qué hacíais vosotros en el bosque?
- Somos fugitivos como tú – contestó J.R. - y acampamos en el bosque desde hace unos días. Nos encontramos por casualidad en una posada de un poblado meridiano cercano a la frontera. Ambos estábamos perseguidos en Terramedia, pero añorábamos estos bosques, así que nos acercamos a pasar unos días aquí. La habilidad de Lía con el arco nos daba fácil comida, y no es época de lluvias, así que no tuvimos problemas ni sorpresas... hasta que apareciste.
Charly sonrío con culpabilidad. Pese al agotamiento de la carrera, aquel galope le estaba sentando a gloria.
- Yo me llamo Charly. Mi gracia es ver el futuro inmediato antes de que pase. De esa manera he evitado a los enviados del rey todo este tiempo.
- Suena muy útil – comentó Lía con un punto de admiración.
- Lo es – contestó Charly con una sonrisa.
La cabalgata concluyó unos cientos de metros más allá, cuando atravesaron el riachuelo que separaba ambos reinos y se adentraron en Meridia.
- El burgo de Murgon no queda lejos – propuso J.R. - podemos dirigirnos allí a pasar la noche.
- Me parece buena idea, – estuvo de acuerdo Charly – allí no nos buscarán. ¿Quién buscaría a tres fugitivos en la ciudad más importante de Meridia?
Pusieron rumbo al sureste y avistaron la ciudad cuando se encendían las primeras linternas de la noche.

Capítulo 4: El compañero de Aka

Cuando Aka se levantó, el sol estaba ya bien alto en el horizonte, y Fish y Neko respiraban acompasadamente. Le pesaban los párpados, pero no podía permitirse dormir ni un segundo más.
La verdadera razón por la que Aka se encontraba en la posada la noche anterior no era la búsqueda de problemas. Había quedado allí con un amigo suyo al que llevaba sin ver un tiempo, un graceling que estaba comenzando a hacerse conocido porque ni los más dotados para la lucha habían podido vencerle, ni siquiera aquellos tocados por la gracia.
Por tanto, pese a las malas sensaciones que le daba volver al poblado, se encaminó hacia allá. De súbito, dos hombres le cortaron el paso. Se trataba de un hombre alto con un pañuelo rojo anudado en torno a la frente y un arco largo al hombro y un individuo de baja estatura con un puñal de hoja larga.
- Maldito graceling, has asesinado a un hombre en la taberna del poblado y probablemente a cuatro más en el bosque. Prepárate, porque ¡vas a morir!
Aka se preparó para defenderse, desenfundando la daga y manteniéndose atento. El arquero tensó el arco y disparó, momento en el que la gracia de Aka fue empleada de nuevo. Un instante más tarde, el arquero moría con su propia flecha clavada en el corazón.
Sólo cuando el otro hombre se le encaró comprendió que había cometido un error que podía resultar fatal: debería haber hecho que el tipo del cuchillo muriera primero. La segunda flecha acabaría con la vida del arquero y no quedarían enemigos. Sin embargo, ahora debía hacer frente a un hombre con un arma de filo, y a ésas no era posible evitarlas con su gracia. Además parecía mucho mejor entrenado y más acostumbrado a la lucha que el de la taberna de la noche anterior. Sostuvo su daga con firmeza, pero era consciente de que probablemente aquel hombre tenía mucha más experiencia en combates a corta distancia que él.
- Chico, acabas de firmar tu sentencia de muerte.
De súbito una voz irrumpió en el claro.
- Hombre, Aka, así que estabas aquí.
Ambos contendientes se giraron para mirar a la figura que se acercaba despreocupadamente entre los árboles. Era un muchacho de media altura y fornido, con el pelo pajizo y ojos azul grisáceo. Se movía con fluidez, esquivando las ramas bajas de los árboles sin dificultad. Cuando estuvo lo bastante cerca, miró a Aka y habló con un cierto tono de reproche. Su voz era aguda.
- No hay manera de evitar que te metas en líos. ¿Sabes lo que me ha costado encontrarte?
- ¡Bah! No habrán sido más de cinco minutos.
- Sabes que conmigo ese comentario es bastante acertado.
- Quizá. En fin, ¿me echas una mano con este tipo?
- Faltaría más.
El joven rubio se acercó al hombre, que había contemplado la escena bastante sorprendido. Su mano se movió con velocidad cegadora y arrebató el puñal de la mano del individuo. Cuando éste le miró a los ojos, comprendió de golpe su situación. Cayó de rodillas en el acto.
- ¡No! No, señor, por favor, no me mate. Tengo familia que mantener, soy muy joven para morir…
- ¿Sabes quién soy?
- Sí, señor. Vos sois Taku, el graceling que no parece serlo, el hombre que nadie en Meridia ha logrado derrotar.
- Bien, ahora que lo sabes, puedes largarte con viento fresco, y no quiero volver a verte por aquí.
- ¡Gracias, señor! – El hombre le miró, incrédulo de que le hubiesen perdonado la vida, y murmuró – No sois el monstruo que se asegura que sois.
Cuando el tipo se alejó a la carrera, Aka se acercó a Taku.
- ¿No deberías haberlo matado? Nos traerá problemas.
- No, no tenía por qué. Además, mejorará mi reputación. Ya lo oíste… la gente cree que soy un monstruo.
Aka soltó una franca carcajada.
- ¡Nada más lejos de la realidad! Amigo mío, eres un buenazo.
- Sí, pero eso no lo sabe casi nadie. Sólo saben que, por más rápido y hábil que sea mi rival, puedo matarlo si lo deseo. ¿Cómo no podría, con mi gracia?
- Nadie sospecha siquiera que tu gracia no sea la lucha - observó Aka.
- Es mucho más frecuente la gracia de luchar que la mía.
- Cierto.
- Y, hablando de eso, no me gusta nada que mi nombre esté cogiendo fama. Va siendo hora de volver a Elestia, a nuestra ciudad. He escuchado algunos rumores que me gustaría confirmar - dijo Taku.
- Sí, yo también tengo un asuntillo pendiente en el Este.
- De acuerdo, pues.

La Familia

La Familia
Por este orden, J.R., Aka, Taku, Neko, Charly, Lía, Fish y Aixa.