Los soldados, que no querían perderse la exhibición habitual de su señora, se colocaron en un amplio círculo, entre burlas y guasas. Estaban convencidos de que lady Katsa les iba a deparar un agradable espectáculo a costa del desvergonzado graceling que les había engañado un rato antes.
Aixa miraba preocupada desde fuera del círculo cómo Katsa y Taku tomaban posiciones, uno a cada lado del círculo. Taku se deshizo de su daga, y Katsa arrojó al suelo tanto su espada como un cuchillo que sacó de su bota.
Katsa se giró hacia uno de los soldados, que empuñaba una ballesta, y le espetó:
- Si trata de recoger su arma, mátalo.
- Como desee, mi señora.
La noble graceling se descalzó, y cuando Taku mostro su sorpresa, aclaró que en alguna ocasión, combatiendo de práctica, había asestado punterazos en la frente de sus rivales que habían derivado en heridas más serias de las pretendidas en un principio, tras lo cual Taku se mostró conforme.
Ambos se aproximaron, probándose. Un par de fintas de Katsa fueron evadidas con facilidad por Taku, que sin embargo comprobó la increíble velocidad y fuerza de la graceling, lo que le motivó a tomárselo aún más en serio.
- ¿Asustado? - preguntó burlona lady Katsa, al verlo temblar ligeramente.
- Para nada – sonrió Taku -, excitado con el reto que su habilidad supone, más bien.
Entonces Katsa se abalanzó sobre Taku con una auténtica lluvia de puñetazos y patadas lanzados a una velocidad absolutamente cegadora. Resultaba muy complicado ver siquiera la mayoría de los golpes.
Taku, por su parte, ralentizó el tiempo ligeramente, y cuando comprobó que tenía dificultades incluso así para detener la avalancha de golpes, hizo que transcurriera aún más despacio. En esas condiciones fue capaz de esquivar con facilidad, y pronto pasó al contraataque.
Katsa observó asombrada cómo un rival que en un principio parecía dominado aumentaba paulatinamente su velocidad y sus reflejos, y acababa haciéndola retroceder. Se empleó a fondo y Taku pronto tuvo problemas de nuevo. No quería mostrar su gracia delante de los soldados que lo rodeaban, así que se movió ligeramente hacia el centro del círculo, fingiendo retroceder ante los golpes de Katsa, y finalmente la burbuja azulada envolvió el círculo completo de soldados. Su control sobre su gracia había aumentado gracias a los combates que manteían con regularidad los miembros de La Familia, hasta el punto de dejar a Aixa fuera de su burbuja. Se movió con celeridad entonces, arrebató una espada del cinto de uno de los soldados y se colocó detrás de Katsa, con la espada sujeta en su cuello. A continuación dejó transcurrir el tiempo de nuevo, y todo lo que los soldados y Katsa pudieron ver fue como Taku se desvanecía para reaparecer a la espalda de su rival, con una espada en el cuello de la combativa graceling.
- Confío que comprenda – susurró Taku al oído de Katsa – que podría haberla matado de haberlo querido.
Katsa tragó saliva. Podría inmovilizar a aquel presumido en un momento. Le dejaría insensible el brazo y le arrebataría el arma. Sería cosa de un instante. Pero comprendió de pronto que el chico con un ojo azul y otro gris podría, efectivamente, haberla matado.
- Me rindo. - dijo Katsa en voz alta.
Los soldados quedaron enormemente sorprendidos, y Taku se separó de la joven con una sonrisa.
-Espero poder repetir este combate. Fue realmente un ejercicio estupendo.
- ¿Cómo lo hizo? - preguntó intrigada lady Katsa.
- Mi gracia – respondió Taku, misteriosamente – no es la lucha.
- ¿Cuál, entonces?
- No responderé a eso, alteza. Un hombre debe guardar sus secretos.
Katsa tuvo que ceder a regañadientes, pese a su curiosidad.
- ¿Nos acompañará, pues, a ver a su tío Randa, alteza? - preguntó Aixa desde fuera del círculo de soldados.
- No – respondió Katsa –. He de cumplir una misión del rey en la frontera oeste de Terramedia, y no compartimos camino. Acudiré al feudo de lord Ellis. Pese a todo – añadió mirando a Taku con ira – confío en tener una revancha en condiciones, en la que no le quepa duda que no me derrotará.
- Puede estar segura, alteza
Aixa y Taku alcanzaban poco después Burgo de Randa, donde consiguieron una rápida audiencia con el rey.
Sin embargo, se cumplieron las previsiones más pesimistas de Taku. Randa aseguró tener en cuenta la oferta de Thigpen, pero confirmó haber recibido una oferta similar por parte de Murgon y Birn, y resolvió que esperaría hasta ver si Nordicia se unía a Elestia, y después decidiría en consecuencia.
Después de perder un par de días en buscar otros caminos hacia la alianza, y sin más opciones que retirarse, emprendieron el camino que les llevaría de vuelta al edificio de La Familia, con las noticias de su fracaso.
A la salida de Burgo de Randa se toparon con lady Katsa, un noble de la corte de Randa que resultó llamarse Giddeon, y Oll, el jefe de espías del rey.
- Disculpe, alteza. ¿Podría intercambiar unas palabras con usted? - se interesó Taku.
Katsa le miró con altivez desde su montura, pero finalmente bajó y se acercó al graceling que la había derrotado.
Taku habló en un tono de voz muy bajo, de forma que sólo Katsa podía escuchar lo que decía, ya que el contenido de la conversación no debía ser captado por oídos ajenos.
- He tenido noticias de su Consejo. - Katsa se sobresaltó ante esta afirmación, pero Taku continuó hablando – Sé que su objetivo es actuar a espaldas de los reyes para hacer de los cinco reinos un lugar mejor, y proteger a la gente de la crueldad de los cinco monarcas, que son mucho más despóticos de lo que debería ser ningún dirigente. Mi compañera Aixa y yo pertenecemos a una organización conocida como La Familia, compuesta por ocho gracelings, y nos sentimos muy identificados con sus propósitos. Por tanto, si en alguna ocasión necesita de nuestra ayuda, comuníquenoslo y estaremos encantado de hacer cuanto esté en nuestra mano, o en nuestra gracia.
Tras haber dicho esto, Taku regresó a su montura y él y Aixa se marcharon al galope hacia el edificio de La Familia, dejando a Katsa cavilando sobre lo que acababa de escuchar.