16 noviembre 2009

Capítulo 20: El guardián

Los primeros días sirvieron para que La Familia descubriera que la mina era, en realidad, un amasijo de cavernas y túneles interconectados... un auténtico laberinto en el que el hierro brillaba en cada rincón ante las luces de los mineros, pero donde la piedra Ëule si brillaba era por su ausencia.
Llevaban dos semanas explorando las profundidades de la mina cuando llegó la noticia que más temían: el ejército emeridio finalmente había conseguido superar la muralla fronteriza y se había introducido en territorio elestino.
Lejos de desanimarse, La Familia se sintió espoleada. Destacaba la entrega de Fish, que parecía haberse tomado el hallazgo de la piedra como algo personal. No sorprendió a nadie, por tanto, que fuera ella quien alertó a los demás de que había encontrado algo inusual: una abertura que había quedado disimulada por un desprendimiento parcial, pero que, una vez limpiada, se revelaba como algo mucho más artificial que los túneles naturales que perforaban la montaña. Aquello era obra del hombre.
Cuando los jóvenes entraron en aquel agujero, tuvieron que recorrer unos cien metros hasta que notaron algo inesperado: una corriente de aire. En las profundidades del monte no debería haber aire, así que aquello se revelaba cada vez más como una obra de ingeniería antigua. Sin embargo, las sorpresas que aquel túnel les deparaba no habían hecho sino comenzar. Si su sorpresa había sido grande al percibir la suave corriente de aire, fue mucho mayor cuando, muy débil en la lejanía, vieron el titilar de una luz, como un fuego a punto de apagarse. Cuando se aproximaron, pegados los unos a los otros y temblando de emoción ante lo desconocido, descubrieron una antorcha encendida en un soporte de la pared. Era evidente que alguien la había alimentado hacía relativamente poco, así que los ocho aguzaron el oído y se pusieron en guardia. Apenas unos metros más allá, tras girar en un recodo, se toparon con una imagen aún más sorprendente.
Un hombre extraordinariamente viejo estaba tranquilamente sentado sobre el duro suelo de piedra, con las piernas cruzadas y en actitud meditativa. Sin embargo, cuando Aka hizo el gesto de adelantarse, el anciano abrió los ojos y los contempló, casi apreciativamente.
Cuando abrió la boca, su voz era al mismo tiempo el tronar de la montaña y el susurro de las rocas. Habló susurrando, pero su voz se escuchó con gran claridad en la acústica perfecta del túnel.
- No podéis pasar. Aquí está guardado un poder que no debe ser empleado de nuevo.
Aka venció el respeto que le inspiraba el anciano para responder:
- ¿Quién sois?
- Yo soy el que vive en la roca, el guardián de la piedra Ëule. Nadie puede coger la piedra.
-¿Por qué no? - interrogó Neko, impaciente.
El viejo la miró inquisitivamente y Neko retrocedió un paso, intimidada.
- La historia que os voy a contar se ha perdido en la memoria, porque así lo quiso el último poseedor de la piedra. Sus poderes eran legendarios, y fue el primer y último Rey de los Cinco Reinos. Abrid bien los oídos, y entenderéis porqué nadie, nunca, debe tener acceso a la terribe piedra Ëule. Mi historia comienza hace doscientos cincuenta años...

1 comentario:

  1. ahí me has clavado taku, como a fish se le meta algo en la quijotera se lo toma como algo personal y ya no puede parar.. como es el caso de esta historia, que está viciada perdia :)

    ResponderEliminar

La Familia

La Familia
Por este orden, J.R., Aka, Taku, Neko, Charly, Lía, Fish y Aixa.