05 octubre 2009

Capítulo 18: Estamos en guerra

Unos meses habían pasado, y la amenaza de la guerra se había hecho más y más patente con el transcurrir de los días. Se respiraba en el ambiente. Los señores feudales habían aumentado los impuestos, los soldados se ejercitaban a diario y el buen humor había desaparecido paulatinamente de todos los habitantes elestinos, que veían que la guerra se les echaba encima.
Finalmente, ocurrió. Una noche de otoño, cuando el viento se hiela y las sombras parecen llegar más lejos, una solitaria antorcha titilaba a lo lejos señalando un edificio de madera entre los demás. Allí se dirigió Aixa, al galope, con grandes voces:
- ¡Ha comenzado! ¡Ha comenzado!
Sus voces atrajeron a la desierta callejuela la atención de muchos vecinos, además de la de los seis restantes miembros de La Familia, que se había asentado en Burgo de Thigpen, en uno de los suburbios cercanos a la catedral, y que esperaban ansiosos las nuevas noticias. Sus voces armaron una confusa amalgama de sonidos mientras ella entraba en la vieja casa de madera:
- ¿Qué pasó?
- Cuéntanos, Aixa.
-¿Por qué gritas?
- ¡Callaos! - la voz de Aka se elevó, terminante, sobre los demás - Por favor, Aixa, dinos qué noticias traes.
Aixa respiró profundamente mientras contaba mentalmente hasta diez para tranquilizarse y ordenar sus ideas, y comenzó a hablar.
- Murgon se ha movido por fin. Ha enviado un mensajero quejándose de una vieja ofensa totalmente olvidada y sus tropas han comenzado a organizarse para penetrar las fronteras elestias. ¡La guerra llama a nuestras puertas!
- Pues habrá que salir a ver quién es... ¿no os parece? - contestó Aka con un guiño - Aparte de esto... ¿ha tomado Randa alguna decisión?
- No, todavía no ha dicho nada públicamente. Pero los indicios parecen apuntar a que finalmente se aliará con Oestia y Meridia. Querrá parte de los beneficios que reportará la mina, sin duda...
-¿Y qué vamos a hacer?
- Eso no cambia nada - dijo con seguridad Neko -. Decidimos prestar nuestro apoyo a Elestia ya que, pese a que Thigpen no se merece nuestra ayuda, nuestros compatriotas no van a sufrir por nuestra inacción.
- Además - sonrió Taku - es justo que Randa se ponga de parte de Meridia... si nosotros tenemos a lady Katsa y su consejo de la nuestra.
-¿Y cómo estás tan seguro de que lady Katsa nos ayudará? - interrogó Lía.
- Katsa es una buena persona. No se quedará cruzada de brazos mientras la gente muere por la avaricia de los reyes. Además, yo diría que la oferta de ayuda que le hice en su día no cayó en saco roto... Mi opinión es que las fuerzas están equilibradas. Ellos son más numerosos pero nosotros contamos con todas las características para una buena guerra de guerrillas que los desgaste.

A muchos kilómetros de allí, en la sala del trono, Murgon desalojaba a todos los presentes para atender a un misterioso individuo, ataviado con una capa andrajosa que a duras penas le tapaba el cuerpo, pero que despedía la intangible sensación del hombre acostumbrado al poder, a mandar y ser obedecido.
Nada más quedarse solos, el rey agachó la cabeza y saludó con humildad al recién llegado, que hizo un gesto displicente con la mano, dando a entender que quería saltarse todo protocolo. Murgon tomó entonces la palabra:
- Maestro Zoir... es un placer veros de nuevo por aquí.
- ¿Cómo avanzan los preparativos para la guerra, Murgon? ¿Va todo como te encomendé?
- Sí, maestro. Mis tropas están ultimando los detalles para penetrar por fin en territorio elestino. Pronto la mina, y la Piedra Ëule, estarán en nuestras manos.
- Bien. No quiero retrasos. ¿Ese inútil de Birn te ha enviado los hombres que prometió?
- Sí, maestro. No se atrevería a contrariar nuestro pacto. Al fin y al cabo, tiene mucho hierro que ganar...
Las risas de los dos hombres se multiplicaron con el eco de la vacía cámara. En ese momento el hombre que Murgon había llamado maestro Zoir se retiró la capucha y, como siempre, el rey meridio tuvo que reprimir un escalofrío. Su piel era extremadamente pálida, como si llevase años sin ver la luz del sol (como probablemente sucedía), su pelo alternaba zonas de calvicie absoluta con lugares donde crecían dispersas matas de débiles cabellos de un negro desvaído y sus ojos... sus ojos concentraban todo lo inquietante de su persona en su mirada. Uno rojo y otro negro revelaban su condición de graceling... una de esas personas de las que se piensa que no debería haber sido tocado por la gracia.
- ¿Te estremeces, Murgon? Sé que mi aspecto físico te causa repulsión, pero no te quejaste cuando aparecí hace unos meses anunciando que en tus propios archivos se hallaba un documento que te permitiría dominar los cinco reinos. Sin mí, no conocerías la existencia de la piedra Ëule.
- Una piedra capaz de multiplicar el poder de un graceling... con ellas mis soldados tocados por la gracia serán invencibles, y me apoderaré de todo el continente. ¡Nada podrá pararme!
- Sin embargo, aunque los archivos sugerían que las últimas reservas de piedra Ëule se encontraban en la zona noreste del continente, existe la posibilidad de que realmente esté agotado. Quizás la nueva mina no contenga nada de piedra Ëule.
- En todo caso, incluso sólo por el hierro, ya me convendría tener el control de la mina. Pero tanto vos como yo sabemos que la posibilidad de que no quede nada de piedra Ëule en Elestia es escasa. ¡Esa mina contiene la piedra, sin duda!
- Y cuando ostentes el poder absoluto, recuerda nuestro pacto.
- Por supuesto. Todos los graceling de este territorio serán aniquilados. No quedará ni uno excepto vos, maestro.
Murgon y Zoir salieron de la sala del trono, y el eco de sus pasos se perdió en la vacía sala.
Por un momento, todo estuvo en calma. Y, entonces...
J.R. apareció, con el rostro completamente pálido de la impresión por lo que acababa de escuchar.

2 comentarios:

  1. guas, me encanta como acabas los capitulos.... pobre JR, yo de ver al Zoir ese me desmayo y a la mierda la mision...
    jajajaj

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  2. Estoy enferma :_( Atención a la frase y adivina lo que he pensado xD:
    "Mis tropas están ultimando los detalles para penetrar por fin en territorio elestino. Pronto la mina, y la Piedra Ëule, estarán en nuestras manos".

    Qué guarra soy jajajajaj

    Ahora en serio. Cómo impresiona la descripción de Zoir, me gusta :) Como siempre, para mí, el final es lo mejor. Ah,y me has clavado con eso de contar hasta diez para tranquilizarme jajajaja xD

    Convertirlos en gallinas... xDDD Y qué te parece si su gracia fuera controlar el tiempo meteorológico?? Muy típico, no?? xD

    Pensaré... ;)

    Un abrazo Taku ^^

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La Familia

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Por este orden, J.R., Aka, Taku, Neko, Charly, Lía, Fish y Aixa.